Uno puede leer un libro en un avión a París e imaginarse viajando en un tren a Valencia. Uno puede leer en su salón e imaginarse los olores del bosque, uno puede leer en el autobús camino de la facultad y sentir que es un carruaje hacia el Lejano Oeste. No recuerdo cuál fue el primer libro que me leyeron ni el primer libro que abrí y leí yo sola, pero sí recuerdo las sensaciones, ya fuera leyendo en un avión, en un tren o en un coche… y antes de dormir o por la mañana o por la tarde. Y en cualquier día de la semana y en cualquier mes del año. Y siempre tuve la misma sensación cuando llegaba a la última página y cerraba el libro: algo se había transformado en mí.

Estamos en un momento que no se olvidará jamás, que aparecerá en los libros de Historia, de Economía, de Ciencias, de Literatura… Está siendo un momento duro, para algunos más que para otros. Un amigo librero me decía “El libro no es un bien necesario, pero sí es un bien importante”, y es cierto, la especie humana ha vivido miles de años sin él, pero desde que se inventó, no se ha despegado de nosotros. Para muchos, este objeto importante está siendo una gran compañía y está consiguiendo que nos evadamos durante unos ratos al día y nos podamos imaginar en mundos a los que ahora no podemos ir y situaciones en las que no podemos estar.

La mayoría tenemos libros en casa pero otros prefieren hacer uso de las bibliotecas públicas o compartirlos con conocidos. Nuestra Consejería no podía permanecer impasible ante la idea de que algo tan importante como la lectura –un tragaluz hacia otros lugares y experiencias– no fuera posible durante el confinamiento. Así que se ha puesto en marcha eBiblio, la plataforma de préstamo sin necesidad de registro presencial previo, en la que, en este tiempo, se han dado de alta casi 5.000 nuevos usuarios y se han prestado más de 16.500  ejemplares de libros, revistas o audiolibros; se ha abierto al público eFilm, con acceso a 15.000 documentos audiovisuales; se muestra Teatro para todos los públicos a través del canal de Youtube de Cultura de CLM; también se está llevando a cabo el programa La cultura vive en ti, en el que ofrecemos a nuestros artistas una ventana para mostrarnos sus creaciones. Y, además, cientos de actividades que las bibliotecas de nuestra comunidad realizan durante estas semanas tanto por amor al libro como a la cultura en general.

Decía Borges que “de todos los instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de la vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones del brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y la imaginación”. Hoy en día tenemos además el ordenador, pero un ordenador por sí mismo no nos ofrece imaginación, solo memoria, el ordenador podrá sustituir la información que con el paso del tiempo se nos va diluyendo entre las neuronas. Pero un libro… El libro todavía no ha podido ser sustituido, con él nos siguen llegando historias como las de Borges o Jean Austen, personajes como Anna Karenina o don Quijote, versos de Lorca o Pizarnik, reflexiones como las de María Zambrano o Montaigne.

Hoy 23 de abril, es el mejor día, por un lado, para animaros a coger un libro y disfrutarlo, si es que todavía no lo habéis hecho; y, por otro, para agradecer a todos aquellos y aquellas profesionales que trabajan (o, mejor dicho, viven) la cadena del libro, ya sea en la investigación, en la edición, impresión, distribución, corrección, ilustración, en bibliotecas y librerías y, por supuesto, en la escritura y en la lectura, alfa y omega del proceso. Gracias y feliz y difícil día internacional del libro 2020.

Rosa Ana Rodríguez
Consejera de Educación, Cultura y Deportes

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