En Windhoek, la capital de Namibia, un grupo de mujeres de la tribu himba captura la atención de propios y extraños. Con sus cuerpos pintados de ocre y sus cabelleras untadas con una mezcla de grasa y ocre, se mueven ágilmente entre los autos, ofreciendo abalorios y solicitando ayuda económica. Esta escena, bastante inusual, es solo un reflejo de una crisis más profunda que enfrenta esta comunidad semi nómada del norte de Namibia, la cual ha sido empujada hacia las ciudades por una sequía que ha devastado sus medios de vida.
Los himbas, conocidos por su profundo arraigo a las tradiciones y por vivir en armonía con la naturaleza en el desierto que separa Namibia de Angola, se encuentran en un punto de inflexión. La persistente falta de lluvias ha aniquilado sus rebaños de cabras y vacas, llevándolos al borde de la supervivencia. La migración a ciudades como Windhoek, e incluso más allá de las fronteras de Namibia, se vislumbra como una opción cada vez más necesaria.
La crisis no solo ha sido marcada por la sequía, sino que además ha sido agravada por la pandemia de COVID-19, la cual ha asestado un golpe adicional a una comunidad ya de por sí vulnerable. La situación ha forzado a muchos himbas a abandonar sus asentamientos tradicionales en busca de oportunidades de subsistencia en áreas urbanas y destinos turísticos, donde tratan de vender artesanías o se emplean en lodges y restaurantes.
Sin embargo, este éxodo hacia la supervivencia lleva consigo un profundo dilema cultural. Al alejarse de sus tierras ancestrales y adaptarse a nuevos entornos, los himbas se enfrentan al riesgo de perder una rica herencia cultural que ha sido transmitida de generación en generación. A pesar de los esfuerzos por mantener viva su identidad, como el uso de vestimenta tradicional y la práctica de costumbres milenarias, la presión de integrarse a un mundo moderno y globalizado es una realidad ineludible.
La situación de los himbas es testimonio de un desafío mayor que enfrentan muchas comunidades indígenas alrededor del mundo: cómo preservar sus tradiciones y modo de vida frente a adversidades ambientales, económicas y sociales. La lucha de los himbas por adaptarse sin perder su esencia cultural es un llamado de atención sobre la necesidad de apoyar a estas comunidades, asegurando que puedan enfrentar el futuro sin sacrificar su pasado.
La comunidad internacional, los gobiernos locales y las organizaciones no gubernamentales tienen un papel crucial en este esfuerzo, brindando apoyo que no solo aborde las necesidades inmediatas de estas poblaciones, sino que también les permita mantener su identidad cultural en un mundo cambiante. A medida que los himbas y otras comunidades enfrentan estos retos, la esperanza reside en encontrar un equilibrio que les permita florecer, preservando su rica herencia para futuras generaciones.