En un giro de política que marca un antes y después en la estrategia occidental hacia la guerra en Ucrania, la administración estadounidense de Joe Biden confirmó que permitiría a Ucrania atacar dentro de Rusia con armamento estadounidense. Esta revelación, confirmada por varios funcionarios estadounidenses al New York Times, rompe una barrera previamente impuesta por Washington, preocupada por escalar un conflicto directo con Moscú.
Desde Praga, donde los ministros de Exteriores de la OTAN se congregaron esta semana, la presión hacia Estados Unidos para cambiar su postura había sido intensa y constante, reflejando un creciente descontento europeo con las limitaciones impuestas a la capacidad de Ucrania para defenderse. La opinión pública y los gobiernos aliados, particularmente Francia y Alemania, han sostenido que Ucrania debería poder neutralizar las amenazas emergentes desde el territorio ruso, apuntando a bases militares utilizadas para ataques dentro de Ucrania.
La decisión llega tras una renovada ofensiva rusa en el frente norte, cerca de Járkov, y un reconocimiento de que el veto estadounidense estaba limitando la defensa ucraniana de forma critica. El presidente francés, Emmanuel Macron, y el canciller alemán, Olaf Scholz, expresaron conjuntamente que la prohibición contradecía la lógica de apoyar a Ucrania, mientras le impedía responder adecuadamente a los ataques lanzados desde suelo ruso.
La conversación sobre levantar el veto ha estado presentes en varios círculos diplomáticos y políticos, intensificándose recientemente. Según informes, un grupo de legisladores ucranianos viajó a Estados Unidos la semana pasada para cabildear a favor de este cambio, argumentando que la restricción comprometía gravemente su seguridad y soberanía. Esta presión, tanto interna como externa, parece haber forzado una reevaluación significativa de la política estadounidense hacia Ucrania.
Moscú, por su parte, ha advertido sobre la escalada de tensiones, acusando a la OTAN de animar a Ucrania a continuar lo que llama una «guerra sin sentido». Dmitry Peskov, portavoz del Kremlin, manifestó su preocupación por un aumento en la «retórica militar» y sugirió que la OTAN estaba adoptando una postura más confrontativa. Sin embargo, este cambio de política de Estados Unidos sugiere un compromiso firme con la defensa de Ucrania, al tiempo que refleja las complejidades de manejar las consecuencias potenciales de tal decisión.
De cara al futuro, esta decisión podría recrudecer las dinámicas de la guerra en Ucrania, ofreciendo a Kiev nuevas herramientas para contrarrestar la agresión rusa pero también llevando las tensiones en el Este de Europa a un punto crítico. La comunidad internacional observará cuidadosamente las repercusiones de este cambio de política, así como la respuesta inmediata de Rusión en este contexto cada vez más volátil.
