En la última propuesta de Netflix, «Adolescencia», el público se sumerge en una trama criminal que sacude los cimientos de lo convencional, dejando a los espectadores tanto desconcertados como fascinados. Esta miniserie británica, que ha escalado rápidamente hacia los primeros puestos del Top 10 de la plataforma, combina el intrigante caso de Jamie Miller, un joven de apenas 13 años, enfrentando acusaciones por el asesinato de una compañera de clase, con una inquietante mirada a los oscuros recovecos de la sociedad digital juvenil.
Debutando el 13 de marzo, esta serie de cuatro episodios se distingue por su hábil narrativa y una ejecución visual que pone de relieve la angustia y desconcierto no solo de Jamie, sino también de esos padres que ven cómo su mundo se desmorona ante acusaciones tan graves hacia su hijo. Lo que ha capturado la atención no es solo la historia en sí, sino cómo «Adolescencia» se adentra en el complejo mundo de la comunicación juvenil en la era digital, a través del uso de emojis. Estos símbolos, habitualmente inocentes, en esta serie esconden un lenguaje codificado que habla de drogas, relaciones sexuales y hasta discursos extremistas.
El tercer episodio, en particular, ha generado mucho ruido. En él, la serie explora con valentía temas como los incels, la manosfera, y la denominada regla 80/20, lanzando una mirada crítica a cómo ciertas teorías distorsionadas sobre las relaciones sentimentales y de género circulan en los ámbitos digitales más oscuros. Esta narrativa no solo ha desatado conversaciones sobre la ideología misógina y la radicalización online, sino también sobre cómo los jóvenes, en su desarrollo e integración social, pueden ser influenciados o incluso captados por estos discursos extremos.
La producción, que cuenta con el respaldo de figuras de renombre como Brad Pitt y las destacadas interpretaciones de Owen Cooper y Stephen Graham, va más allá de ser un mero entretenimiento. «Adolescencia» confronta al espectador con la realidad alarmante de un acceso casi ilimitado a contenidos radicales en internet y los riesgos que esto supone para la juventud.
Este drama criminal ha abierto, por tanto, un debate urgente y necesario sobre la radicalización digital en la adolescencia, desafiando a padres, educadores y a la sociedad en su conjunto, a prestar mayor atención a cómo y qué comunican nuestros jóvenes en el vasto mundo digital. Con «Adolescencia», Netflix no solo suma otro éxito a su catálogo, sino que también ofrece una reflexión profunda sobre los desafíos de crecer en un mundo digitalmente conectado pero emocionalmente desconectado.