Hoy, el presidente Donald J. Trump firmó una orden ejecutiva que marca el inicio oficial del proceso para cerrar el Departamento de Educación de EE. UU. Cuatro décadas y más de 3 billones de dólares invertidos han llevado a un clamor por un cambio radical en el sistema educativo, y el presidente ha decidido devolver el control de la educación a los estados, donde, según su visión, corresponde.
La firma de la orden ejecutiva fue recibida con elogios inmediatos por parte de varios gobernadores republicanos y legisladores, quienes afirmaron que la educación debería ser una responsabilidad estatal y local. El gobernador de Texas, Greg Abbott, expresó su entusiasmo al dirigirse a la Casa Blanca y destacó la importancia de devolver el control educativo a los estados.
Otros gobernadores, como Mike Braun de Indiana, enfatizaron la relevancia de permitir que los padres sean quienes asuman el liderazgo en la educación de sus hijos. «La educación es una responsabilidad estatal y local», comentó Braun, recordando que Indiana ha tenido éxito en mejorar sus estadísticas de lectura.
En declaraciones contundentes, el gobernador de Ohio, Mike DeWine, mencionó que cada estudiante, familia y comunidad son únicos. La nueva autoridad que se brinda a los estados, según él, permitirá adaptar las experiencias educativas a las necesidades específicas de sus filhos en lugar de seguir prioridades federales.
Las reacciones en el ámbito legislativo fueron igualmente robustas. Varios senadores expresaron su apoyo a la acción del presidente, señalando que la burocracia del Departamento de Educación ha fracasado en su misión. El presidente del Comité de Salud, Educación, Trabajo y Pensiones del Senado, Bill Cassidy, aseguró que busca presentar legislación que respalde los objetivos de Trump para cerrar el departamento, enfatizando que esta entidad había perdido su rumbo.
Por su parte, el senador John Barrasso indicó que la verdadera fortaleza del sistema educativo reside en los estados y las comunidades locales, señalando cómo la orden ejecutiva pone a los padres al volante en la educación de sus hijos. «Hoy, el presidente Trump está mejorando el sistema educativo de América», agregó.
La política educativa ha sido un tema candente durante años, y la iniciativa de Trump para cerrar el Departamento de Educación se presenta como parte de su plataforma para devolver a las familias y a las comunidades el control sobre sus sistemas educativos. Este movimiento, impulsado por la crítica a la administración de la educación a nivel federal, ha reverberado en el discurso político, con un enfoque claro en la responsabilidad local.
Los comentarios de los legisladores resaltan un sentimiento general de insatisfacción hacia la intervención federal en la educación. El representante Brian Babin celebró la acción de Trump jactándose de que la educación había sido sustraída de las élites «woke» y devuelta a los padres.
Mientras tanto, la discusión sobre el futuro de la educación en EE. UU. se intensificará. Muchos observadores críticos están atentos a cómo se implementarán estos cambios y qué repercusiones tendrán en el ámbito local. El cierre del Departamento de Educación, aunque aún queda por materializarse completamente, plantea interrogantes sobre el financiamiento, la calidad y la equidad en la educación pública.
Con esta orden ejecutiva, el presidente Trump no solo reafirma su compromiso por una educación más descentralizada, sino que también desafía a su partido a seguir adelante con reformas que actualmente son, sin duda, un tema de debate en el panorama político estadounidense.
Fuente: WhiteHouse.gov