En una reciente medida impulsada por la administración estadounidense, se ha formalizado una política que busca finalizar la utilización de sorbetes de papel en el ámbito gubernamental. La decisión se basa en la premisa de que muchas de estas alternativas a los sorbetes de plástico, previamente sancionadas, presentan desventajas significativas, tanto desde el punto de vista funcional como medioambiental.
En un contexto en el que grandes ciudades, estados y empresas han adoptado políticas que restringen el uso de plásticos, la administración ha evaluado las implicaciones de sustituir los sorbetes de plástico por opciones de papel. Se sostiene que, aunque estos parecen una solución más ecológica, en la práctica resultan ser menos eficaces, crean residuos adicionales y pueden involucrar la utilización de productos químicos que presentan riesgos para la salud humana. Además, se ha subrayado que, en ocasiones, los sorbetes de papel son empaquetados en plásticos, socavando el argumento ambiental a favor de su uso.
La política ordena a las agencias y departamentos del Ejecutivo estadounidense eliminar la adquisición de sorbetes de papel y prohibir su provisión en todos los edificios gubernamentales. Además, se estipula que deben eliminarse las políticas que desincentiven el uso de sorbetes de plástico, revocando procedimientos previamente establecidos que promovían prácticas sustentables.
Dentro de 45 días a partir de la emisión de esta orden, se deberá presentar una Estrategia Nacional para Poner Fin al Uso de Sorbetes de Papel, que contemplará una revisión integral de las normativas actuales y los contratos con entidades que penalizan o prohíben el uso y compra de sorbetes plásticos.
Se destaca que esta decisión, presentada como una respuesta lógica y fundamentada a la creciente demonización de los plásticos, no solo busca desmantelar prejuicios y medidas ineficaces, sino también hacer un llamado a reconsiderar los enfoques en torno a la sostenibilidad. La administración enfatiza que se debe priorizar la funcionalidad y la salud pública en cualquier estrategia sobre materiales desechables, así como tener en cuenta el impacto económico de tales decisiones.
Con esta orden, la administración no solo busca desmarcarse de la estigmatización de los plásticos, sino también impulsar un cambio de dirección en la conversación sobre el medio ambiente, donde el pragmatismo y el bienestar de los ciudadanos se conviertan en la prioridad.
Fuente: WhiteHouse.gov