A menudo, el destino hace que nuestros caminos se entrecrucen de maneras inesperadas, tejiendo una trama que parece sacada de una obra de ficción. Esto es precisamente lo que le ocurrió a la actriz Elena Rivera, quien recientemente se vio envuelta en un déjà vu profesional durante el rodaje de su último proyecto para Atresplayer, «Perdiendo el juicio». Hace cuatro años, Rivera dio vida a Alba Llorens, un personaje que sufre una violación múltiple y cuya trama gira en torno a su lucha por obtener justicia, en la serie «Alba», adaptación española de la exitosa ficción turca «Fatmagül».
En aquel momento, las escenas del juicio se grabaron en un juzgado real de Madrid. Este escenario, embebido de emociones y tensión dramática, fue el que Rivera tuvo que reencontrar años después, aunque bajo circunstancias completamente diferentes. Ahora, desde la otra parte del estrado y encarnando a la abogada Amanda Torres en «Perdiendo el juicio», Rivera experimentó un torbellino de emociones al volver a pisar el mismo lugar. «Se me revolvió el estómago el día que rodamos en el Juzgado donde fue el juicio de Alba. Un personaje que a mí me marcó muchísimo», confesó la actriz durante una entrevista.
Con un equipo humano prácticamente idéntico al de «Alba», «Perdiendo el juicio» se perfila como otro hito en la carrera de Rivera y en la oferta de Atresmedia. Este nuevo trabajo no solo significó un reto actoral para Rivera, al pasar de víctima a defensora, sino también un encuentro emocional con su propio pasado en la ficción.
Ante la pregunta de qué habría sucedido si Alba hubiera conocido a Amanda, Rivera no duda: «Alba hubiese contratado a Amanda Torres y la hubiese defendido, como la defendió su abogada Marta Pozas». Esta interacción hipotética subraya la intensidad y determinación que caracterizan a ambos personajes, destacando el poder femenino y la resiliencia frente a la adversidad.
Este peculiar cruce de caminos en la carrera de Rivera resalta cómo la ficción puede, en ocasiones, servir de espejo a nuestras propias vidas, permitiéndonos revisitar y reinterpretar experiencias pasadas desde nuevas perspectivas. Además, refuerza la capacidad del arte para curar, provocar y transformar, tanto a quienes lo crean como a quienes lo disfrutan. Así, tanto «Alba» como «Perdiendo el juicio» se convierten en testimonios de la lucha por la justicia y la superación personal, temas universalmente resonantes que siguen capturando la imaginación y empatía del público.