Honduras se encuentra en un momento crucial tras las elecciones recientes, donde Nasry Asfura, el candidato del Partido Nacional, lidera con un 52,93% de los votos, aunque su ventaja es mínima, con solo 3.000 votos de diferencia respecto al aspirante liberal Salvador Nasralla. Este escenario marca un regreso significativo de la derecha al poder, en un contexto en el que la participación ciudadana fue elevada, con más de 2,8 millones de votantes acudiendo a las urnas. Sin embargo, la jornada electoral se vio perjudicada por retrasos en el recuento y problemas técnicos en el Consejo Nacional Electoral.
A pesar de la aparente derrota del partido Libertad y Refundación, la candidata oficialista Rixi Moncada expresó su gratitud hacia su base de apoyo, instando a la ciudadanía a mantenerse alerta hasta que se conozcan los resultados finales. Las quejas sobre posibles irregularidades y la desconfianza en el proceso electoral son palpables, especialmente con las afirmaciones de Asfura de que su contienda podría verse afectada por intentos de «robo» electoral.
El ambiente se complica aún más con la intervención de Donald Trump, quien ha respaldado a Asfura y promete apoyo para su gobierno, sugiriendo incluso un indulto para el expresidente Juan Orlando Hernández, en prisión por narcotráfico en Estados Unidos. La presidenta Xiomara Castro ha respondido a estas declaraciones reafirmando la importancia de la soberanía nacional y el compromiso con la transparencia en el proceso electoral, subrayando que la voluntad del pueblo debe ser la prioridad en el futuro del país.
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