El panorama electoral estadounidense se tambalea al borde de un acontecimiento sin precedentes, con el mundo como testigo de un proceso que definirá el rumbo no solo de la nación con la economía más grande del planeta, sino también de equilibrios geopolíticos globales. A un mes de que Estados Unidos decida su próximo presidente, la contienda electoral se ha convertido en una saga digna de un guión cinematográfico, marcada por eventos extraordinarios que van desde tentativas de asesinato hasta giros políticos inesperados que han desembocado en las encuestas más reñidas del siglo.
La campaña para las elecciones del próximo 5 de noviembre ha estado plagada de situaciones extremas, como la catastrófica actuación de Joe Biden en los debates, un intento de asesinato contra Donald Trump, y el sorpresivo abandono de Biden de la carrera presidencial, dejando a Kamala Harris como la figura esperanzadora del Partido Demócrata. Trump, por otro lado, podría hacer historia al ser el primer presidente en más de un siglo en lograr dos mandatos no consecutivos. En este complicado escenario, el coste de la campaña se proyecta como el más alto registrado, potencialmente alcanzando los 10.700 millones de dólares.
Lo que inicialmente se vislumbraba como una repetición de la contienda del 2020 se ha transformado en un escenario imprevisible, con implicaciones profundas tanto dentro como fuera de Estados Unidos. La guerra en Ucrania, los conflictos en Oriente Medio, y las tensiones con China son solo algunos de los puntos críticos que podrían ser influenciados significativamente por el resultado de estas elecciones.
Por un lado, Kamala Harris busca alejarse de la polarización y promete avances en derechos reproductivos y justicia social, mientras Trump, repitiendo su eslogan de «Hacer América Grande Otra Vez», presenta una visión sombría del futuro del país, centrada en la inmigración y el crimen, prometiendo soluciones radicales a estos problemas.
Expertos anticipan que un triunfo de Harris podría significar la continuidad de las políticas de la administración Biden, aunque rodeada por la incertidumbre de cómo se configurará el Congreso. En cambio, la reelección de Trump sugiere un mandato aún más impredecible, con menos restricciones y un Partido Republicano plenamente alineado con sus políticas.
A medida que el mundo observa, Europa se mantiene en vilo, preocupada por la posible reelección de Trump y las consecuencias que esto podría tener para la estabilidad trasatlántica y la cohesión de la OTAN, especialmente en lo que respecta al conflicto en Ucrania y las políticas de defensa mutua.
Mientras las encuestas pronostican un resultado ferozmente competitivo, la posibilidad de un resultado electoral disputado genera temores de una crisis política interna en Estados Unidos, con potenciales implicaciones globales en términos de seguridad, comercio y política exterior. Con esto, las elecciones de 2024 se perfilan no solo como un punto de inflexión para Estados Unidos, sino como un momento definitorio para el orden mundial.