La reciente suspensión de Elbit Systems, el mayor contratista militar de Israel, ha desatado una ola de inquietud dentro de Bruselas. Esta decisión, tomada el 31 de julio por la NATO Support & Procurement Agency (NSPA), se ha mantenido en secreto durante meses mientras una investigación sobre una presunta red de sobornos en contratos de defensa avanzaba. La pesquisa, que involucra a diversas naciones, entre ellas Bélgica, Luxemburgo y Estados Unidos, revela un entramado que podría haber comprometido decisiones clave en el suministro de munición a Ucrania, y ha puesto en evidencia fallos en un sistema de adquisiciones que operaba hasta ahora sin un control público efectivo.
Elbit, cuyas operaciones incluyen desde drones hasta sistemas antimisiles, es un proveedor crítico para la OTAN. Su suspensión impacta directamente programas sensibles y contratos que reforzan las reservas de la Alianza, generando tensiones en un momento donde la necesidad de rearmar a gran velocidad es crucial debido al conflicto en Ucrania. La investigación también ha señalado a individuos clave que, pese a no haber sido empleados por Elbit en aprovisionamientos recientes, podrían haber mantenido influencia en las decisiones desde fuera, lo que suscita dudas sobre la integridad de los procesos de contratación de la NSPA.
La situación es parte de un escándalo más amplio que gira en torno a la falta de transparencia en las adquisiciones de defensa en Europa. Las investigaciones no solo están centradas en Elbit, sino que también han llevado a Países Bajos a investigar sus propios casos de sobornos en el Ministerio de Defensa, lo que culmina en un panorama sombrío para la estructura de compras de la OTAN. El impacto de esta crisis va más allá de la mera suspensión de contratos; plantea interrogantes sobre la robustez de un sistema que ahora se ve obligado a examinar sus vulnerabilidades en un contexto de creciente presión internacional.
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