España se ha convertido en el epicentro de la fiebre mundial por el pádel, con una de cada tres pistas del planeta ubicadas en su territorio. Sin embargo, en una ciudad inglesa, el entusiasmo por este deporte se ha visto frenado por las quejas vecinales acerca del ruido generado durante los partidos. El Ayuntamiento de Bath tomó la decisión de descartar la instalación de nuevas pistas en su planificación urbana, tras un creciente malestar entre los residentes.

El conflicto se intensificó cuando un concejal comparó el ruido del pádel con una «tortura china con agua». La propuesta de construir pistas en el recinto de Odd Down fue rechazada por el comité de planificación, que argumentó que el sonido producido durante el juego podría afectar la salud mental de los vecinos. A pesar de que se consideró la posibilidad de futuras solicitudes, todas las iniciativas han sido denegadas hasta ahora.

Los aficionados de Bath, que desean seguir disfrutando de este deporte, se ven obligados a desplazarse a ciudades cercanas como Bristol o Corsham para jugar. Aproximadamente 60 miembros de un club local continúan esperando que se encuentre una solución que permita la práctica del pádel sin incurrir en molestias acústicas, anhelando que su afición finalmente pueda ser compatible con el bienestar de la comunidad.

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