En un testimonio conmovedor y repleto de intimidad, Sergio Alfieri, el cirujano que atendió en dos ocasiones al Papa Francisco por intervenciones de colon y lo acompañó durante su reciente episodio de neumonía pulmonar, reveló detalles desgarradores sobre los últimos momentos del pontífice. Alfieri, quien acudió de urgencia a la residencia de Santa Marta el pasado lunes, tras una llamada a las 5:30 de la mañana por parte del enfermero personal del Papa, narró cómo se enfrentó a la dolorosa realidad de que Jorge Mario Bergoglio ya no respondería a más tratamientos y su vida estaba llegando a su fin.
«Puse a todos en alerta y veinte minutos después estaba en Santa Marta. Sin embargo, me parecía difícil pensar que fuera necesario volver a internarlo», confesó Alfieri en una entrevista con el Corriere della Sera. La situación era más grave de lo esperado, y al observar al Papa, Alfieri comprendió que se encontraba en un estado de coma irreversible. «Corríamos el riesgo de hacerlo morir en el traslado [al Gemelli] y expliqué que internarlo habría sido inútil», agregó.
La muerte del Papa Francisco sobrevino poco después, en un ambiente de serenidad y recogimiento, con Alfieri y el equipo de asistencia personal al lado del pontífice. El cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, se unió al grupo y juntos recitaron el rosario, una petición que enfatiza la profunda fe y la cercanía espiritual en estos momentos finales.
Revelador también fue el deseo expresado por Francisco de evitar cualquier forma de ensañamiento terapéutico, una decisión que recalca su postura sobre la dignidad en la etapa terminal de la vida. «Nos pidió que evitáramos el ensañamiento terapéutico. Si perdía la consciencia, debíamos seguir las directivas de su asistente sanitario personal», explicó Alfieri al diario La Repubblica. Este respeto por sus voluntades finales representa un eco de sus enseñanzas y creencias personales respecto al cuidado humano y compasivo en el final de la vida.
Pese a su delicado estado de salud tras ser dado de alta del hospital Gemelli el pasado 23 de marzo y las recomendaciones de reposo por 60 días, el Papa Francisco continuó con su labor, demostrando su compromiso y dedicación a su ministerio. Visitó la cárcel de Regina Coeli en Jueves Santo, un acto que simboliza su constante preocupación por los marginados y olvidados de la sociedad. «Así era el papa», sentenció Alfieri, capturando en pocas palabras la esencia del liderazgo y el corazón de Francisco.
La partida del Papa Francisco ha dejado un legado de amor, compasión y una profunda humanidad, valores que, sin duda, moldearon su papado y su interacción con el mundo. En sus últimos momentos, rodeado de oraciones y bajo el cuidado respetuoso de aquellos más cercanos a él, Francisco completó su viaje terrenal sin sufrir, dejando tras de sí una iglesia y una comunidad global en duelo, pero también inspiradas por su ejemplo de servicio humilde y amor incondicional.