Estados Unidos se encuentra al borde de cerrar el capítulo más extenso de parálisis gubernamental en su historia, conocido como «shutdown», que ha durado 41 días. En una tensa votación en el Senado, se aprobó un acuerdo que permite reabrir el gobierno, aunque con un costo significativo para el Partido Demócrata. La aprobación llegó gracias a la decisión de ocho senadores demócratas de unirse a los republicanos, en una medida que deja fuera la renovación de subsidios sanitarios del Obamacare, una demanda central para su partido.
El presidente, visiblemente satisfecho con el acuerdo, anunció que la reapertura del gobierno sucederá de manera rápida. Sin embargo, las consecuencias del cierre han sido severas: más de 800,000 trabajadores federales se han visto sin salario y varios servicios estatales se han visto gravemente afectados. Los demócratas han utilizado este cierre para presionar por la renovación de subvenciones sanitarias, pero la presión política y el sufrimiento humano resultante han erosionado su resistencia.
La batalla política no ha terminado. La propuesta ahora deberá pasar a la Cámara de Representantes, donde los republicanos tienen la mayoría. Con el líder de la Cámara, Mike Johnson, advirtiendo que no hay garantías de nuevos subsidios sanitarios, el futuro se presenta incierto. El líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer, ha criticado la falta de soluciones a largo plazo, dejando entrever un rayo de inquietud en un partido ya fracturado ante la figura de Donald Trump.
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