Los Países Bajos se encuentran a las puertas de un cambio significativo tras dos años marcados por un gobierno de extrema derecha, liderado por Geert Wilders. Las elecciones del 29 de octubre se perfilan como una oportunidad para que los partidos centristas proeuropeos, con el D66 a la cabeza, recuperen el terreno perdido. Rob Jetten, su carismático líder, se presenta como un candidato prometedor para formar un nuevo gobierno, lo que podría catapultar a los Países Bajos de vuelta al centro del debate europeo.
Mientras se preparan para las elecciones, tanto el D66 como los Demócratas Cristianos (CDA) buscan alianzas que excluyan al Partido por la Libertad (PVV) de Wilders. Sin embargo, las posibles coaliciones que surjan requerirán intensas negociaciones y concesiones difíciles, lo que sugiere que el camino hacia un nuevo gobierno será más que complicado. A pesar de las disputas internas, todos los partidos mayoritarios han expresado su apoyo tanto a Ucrania como al incremento del gasto en defensa de la OTAN.
El resultado de estas elecciones no solo definirá el futuro inmediato de la política neerlandesa, sino que también tendrá implicaciones en otros países europeos, donde el ascenso del centro podría ofrecer lecciones valiosas. Rob Jetten, al igual que figuras políticas del pasado, ha logrado conectar con el electorado al prometer estabilidad y un regreso a valores compartidos, aunque su retórica ha comenzado a adoptar matices más nacionalistas. La capacidad del nuevo gobierno para cumplir sus promesas determinará, en última instancia, si este renacimiento es genuino o simplemente un parpadeo en la historia política del país.
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