En un acto de humildad y sencillez que ha marcado su pontificado, el papa Francisco ha decidido que su tumba sea un reflejo de sus valores más profundos. El Vaticano ha comunicado que el sepulcro de Jorge Mario Bergoglio, situado en la Basílica de Santa María Mayor en Roma, estará compuesto por un modesto bloque de mármol blanco de Liguria. Este tendrá grabado únicamente su nombre papal, Franciscus, junto a la reproducción de su cruz pectoral, subrayando el carácter austero y sin pretensiones que el pontífice siempre ha querido proyectar.
Francisco, en su testamento, expresó el deseo de que sus restos reposaran en la Basílica Santa María la Mayor, alejados del esplendor y la solemnidad del Vaticano. Su voluntad era ser enterrado en la nave lateral izquierda del templo, entre la Capilla Sforza y la Capilla Paulina, un lugar de particular intimidad con la Virgen María, a la que el pontífice ha demostrado devoción a lo largo de su vida.
La ceremonia fúnebre, prevista para el sábado tras su fallecimiento, incluirá un funeral en la Plaza de San Pedro, al que se espera la asistencia de innumerables dignatarios y jefes de Estado. Posteriormente, los restos de Francisco serán trasladados en procesión hasta su lugar de descanso final en la basílica, un evento que promete ser de profundo significado espiritual y comunitario.
En un gesto característico de su papado, los costos del entierro de Francisco no recaerán sobre la Iglesia o el Vaticano. Un benefactor anónimo, cuya identidad y motivaciones se mantienen en reserva, ha asumido la totalidad de los gastos asociados a su sepultura. Esta decisión, especificada en el testamento de Francisco fechado el 29 de junio de 2022, confirma el deseo del papa de evitar cualquier carga financiera para la institución que lideró.
Además de su última voluntad respecto a su sepultura, Francisco ha demostrado, una vez más, su compromiso con los marginados y necesitados. Antes de morir, donó 200.000 euros a la fábrica de pastas de la cárcel de menores de Casal del Marmo, entidad a la que había visitado y donde llevó a cabo el lavatorio de pies el Jueves Santo de 2023. Esta donación, destinada a aliviar la hipoteca de la fábrica para permitir la contratación de más jóvenes, refleja la consistencia ética y moral de un pontificado dedicado a los desfavorecidos.
En conclusión, el papa Francisco, incluso en su muerte, continúa siendo un símbolo de humildad y servicio. Su tumba, austera y sencilla, junto con sus actos caritativos finales, resumen un legado de amor genuino hacia los demás, especialmente hacia los olvidados y excluidos de la sociedad.