En apenas cinco días, el 20 de enero, Donald Trump volverá a ocupar la presidencia de Estados Unidos tras su victoria en las elecciones del pasado 5 de noviembre. Este retorno ha generado un optimismo difundido a nivel mundial, sin embargo, no es una visión compartida unánimemente, encontrando resistencia especialmente en la Unión Europea y Corea del Sur, quienes expresan escepticismo sobre el impacto de esta administración tanto a nivel doméstico como internacional.
Según una encuesta efectuada por el European Council of Foreign Relations (ECFR) tras los comicios en Estados Unidos, la preocupación es palpable entre los europeos. Con una muestra de 28.549 personas de 24 países, este estudio contrasta las visiones de distintas naciones en relación al nuevo mandato de Trump. Mientras países como India, Arabia Saudí, Rusia o Brasil ven con buenos ojos el regreso de Trump, esperando beneficios en diversos ámbitos, desde el Reino Unido y Suecia hasta la propia UE, las expectativas son considerablemente más reservadas.
El análisis detalla que un 84% de los ciudadanos indios y un 61% de los de Arabia Saudí perciben la elección de Trump como una positiva para sus respectivos países, marcando un fuerte contraste con las percepciones en Corea del Sur y Europa. En Corea del Sur, solo un 11% ve con buenos ojos la nueva administración estadounidense, a pesar de ser su mayor aliado global, especialmente en cuestiones de seguridad y relaciones con Corea del Norte. En la UE, apenas el 22% de los encuestados ve de manera positiva la presidencia de Trump.
La antes alineada relación transatlántica durante la administración Biden, con especial énfasis en la postura ante la guerra de Ucrania y Rusia, podría ahora enfrentar retos significativos. La perspectiva de un Occidente más dividido lo atestigua, especialmente dentro de la UE, donde los países del Este muestran una disposición más abierta hacia Trump.
Un asunto crítico en esta nueva etapa es la política de aranceles anunciada por Trump, que según un informe de Goldman Sachs, impactará severamente a Europa. Este escenario obliga a la UE a replantear su estrategia, moviéndose posiblemente hacia una «autonomía estratégica» para reducir dependencias de EE.UU., aunque sin poder desligarse totalmente en términos de seguridad.
Además, la política exterior, particularmente en lo que respecta a Ucrania y Oriente Medio, es otro tema de preocupación. Trump ha prometido finalizar la guerra en Ucrania «en 24 horas», al tiempo que se posiciona como pacificador, una promesa recibida con escepticismo en Europa pero con una acogida más positiva en otras regiones.
Estas complejas dinámicas sugieren una transición hacia un mundo más transaccional y el posible fin del orden internacional liberal, según interpretaciones de los datos de la encuesta del ECFR. La acogida de Trump en diversos países refleja un cambio hacia una política global definida por el realismo y los intereses nacionales sobre los principios ideológicos globalistas. Esto presenta un paisaje internacional que deberá adaptarse a las políticas y liderazgos emergentes, donde la capacidad de navegación en estas aguas turbulentas definirá el futuro de las relaciones internacionales.