El mercado de fichajes vuelve a agitarse con rumores que sitúan a Mohamed Salah en la órbita del Real Madrid, aunque la política del club parece marcar un rumbo distinto.
La idea de ver a Mohamed Salah vestido de blanco en 2027 ha circulado con la misma fuerza que un rumor de verano en la Costa del Sol, se repite tanto que, por un instante, parece real. Football Insider lo lanzó, ESPN lo recogió, y las redes sociales hicieron el resto. Sin embargo, desde la planta noble del Bernabéu, la respuesta fue tan clara como fría: ni aunque venga gratis. Florentino Pérez no ficha a jugadores cuya edad se mide ya con el reloj de arena invertido. Salah, con 35 años en 2027, encajaría más en una exhibición de veteranos que en el futuro inmediato de un club que se alimenta de proyección, no de nostalgia.
Porque el Real Madrid no busca estrellas que brillen un último atardecer, sino soles capaces de iluminar toda una década. Su política deportiva funciona como una balanza de precisión, donde se buscan talentos en plena ebullición o futbolistas consolidados que eleven el nivel competitivo. El egipcio, con un salario de faraón y una curva descendente inevitable, simplemente no entra en la ecuación. Así, queda la ironía de siempre: los rumores venden, pero no construyen proyectos.
Stiller: el nuevo objeto de deseo
Donde sí aparece consenso es en el nombre de Angelo Stiller. El mediocentro del Stuttgart, con apenas 24 años, representa la clase de apuesta que Florentino y Laporta, enemigos íntimos en casi todo, consideran digna de librar una batalla. Stiller tiene una cláusula de 37,5 millones de euros, cifra que hoy parece casi modesta en un mercado inflado a niveles surrealistas. En Madrid lo ven como sucesor espiritual de Toni Kroos, mientras que en Barcelona lo proyectan como posible parche ante la volatilidad de Frenkie de Jong.
El interés no es exclusivo de España, ya que Bayern Múnich y Arsenal también tantean al joven alemán, con la calma de quien sabe que su carrera apenas empieza. Aquí se asoma la antítesis fascinante: dos gigantes del fútbol mundial peleando por alguien que aún no se ha probado en la élite europea de manera definitiva. Como si Stiller fuera un diamante en bruto, todos lo desean antes de que brille, porque saben que el verdadero negocio está en anticiparse al relámpago.
Juventud: divino tesoro y millonario
El ejemplo de Elliot Anderson confirma que el fútbol moderno ya no cotiza a los veteranos, sino a los veinteañeros que prometen incendiar el futuro. El Manchester United sigue de cerca al mediocampista del Nottingham Forest, apenas 22 años y ya internacional con Inglaterra. Se habla de 70 millones de libras, una cifra que haría palidecer a cualquier tesorero, aunque en Old Trafford saben que el talento joven no es un gasto, es un billete de lotería con fecha de caducidad. Mientras tanto, Anderson parece tranquilo, disfrutando de su papel en Forest, como si ignorara que medio continente lo observa con lupa.
En paralelo, el Bayern Múnich, siempre tan cartesiano en sus decisiones, evalúa nombres con cautela. Castello Lukeba, Marc Guéhi o Amine Gouiri aparecen en las listas, pero todo depende de resolver primero el enigma de Kim Min-jae, todavía inédito en la temporada. Sin embargo, Antonio Rüdiger aparece en el horizonte saudí, tentado por ofertas exóticas que suenan a retiro dorado. La paradoja es clara: mientras unos sueñan con el futuro, otros luchan por no convertirse en pasado demasiado pronto.