En un movimiento inesperado, el primer ministro libanés, Najib Mikati, decidió cancelar la reunión del Consejo de Ministros programada y en su lugar, partirá hacia Nueva York. Este viaje se produce en respuesta a los recientes bombardeos israelíes que han sacudido el Líbano, dejando un saldo devastador de casi 500 muertos. La intensidad de estos ataques, que tuvieron lugar a lo largo del sur y este del país, emergió como el preludio para que Mikati buscara un escenario internacional que le permitiera llamar la atención y buscar apoyo en la Asamblea General de la ONU.
Las repercusiones de estos ataques han sido catastróficas. Según informes del Ministerio de Salud Pública del Líbano, el número de víctimas mortales alcanzó las 492, mientras que alrededor de 1.640 personas resultaron heridas. Además, la campaña militar llevada a cabo por Israel no solo devastó vidas, sino que también forzó a miles a abandonar sus hogares, impulsando a las autoridades a convertir colegios en albergues temporales para acoger a los desplazados.
Los ataques no mostraron señales de disminuir, con reportes de la Agencia Nacional de Noticias (ANN) indicando que las agresiones aéreas continuaron en al menos una treintena de puntos en el distrito de Baalbek, al este del país. Este recrudecimiento del conflicto ha sumido al Líbano en un periodo de inestabilidad sin precedentes, intensificando los enfrentamientos que han venido sucediéndose desde hace casi un año entre Israel y el grupo chií libanés, Hizbulá.
Este escenario de crisis ha llevado a Francia, miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, a solicitar una reunión urgente de dicho órgano para abordar la situación en el Líbano, una demanda que también han levantado gobiernos como el de Turquía. Desde Ankara se ha criticado duramente la ofensiva de Israel, acusándola de buscar arrojar a toda la región hacia el caos. Según el Ministerio de Exteriores de Turquía, aquellos países que respaldan incondicionalmente a Israel y su primer ministro, Benjamín Netanyahu, están colaborando en un derramamiento de sangre que sólo sirve a sus intereses políticos.
Ante este panorama desolador, las acciones de Mikati al dirigirse a Nueva York representan un grito de ayuda en busca de una solución pacífica y justo apoyo internacional para hacer frente a la tragedia que vive el Líbano, en un momento donde la tensión y el conflicto amenazan con escalar aún más.
