En un intento por revitalizar la industria nuclear estadounidense, el presidente Donald J. Trump ha firmado recientemente una Orden Ejecutiva que busca agilizar el proceso de pruebas de reactores nucleares en el Departamento de Energía. Este movimiento se enmarca en un esfuerzo más amplio por restablecer la posición de liderazgo de Estados Unidos en el sector energético global.
La Orden Ejecutiva determina que el diseño, construcción y operación de reactores avanzados quedarán bajo el control del Departamento de Energía (DOE), considerándolos como proyectos de investigación. Entre las principales iniciativas que se destacan en la reforma, se le encarga al Secretario de Energía que emita directrices sobre qué califica como un reactor de prueba adecuado y que adopte medidas para procesar rápidamente las solicitudes de tales reactores.
Uno de los objetivos clave es crear un programa piloto que permita la construcción y operación de al menos tres reactores fuera de los Laboratorios Nacionales, con la meta de alcanzar la criticidad para el 4 de julio de 2026. Además, se busca simplificar las revisiones ambientales internas que han dificultado autorizaciones y permisos necesarios para las pruebas.
El presidente Trump subraya que este esfuerzo no solo es crucial para revitalizar la energía nuclear, sino que también es esencial para garantizar un suministro energético diversificado y asequible que impulse el progreso económico y tecnológico del país. Históricamente, Estados Unidos lideró el desarrollo de la energía nuclear civil a través de varias entidades gubernamentales, pero el avance en la comercialización de nuevas tecnologías nucleares se ha estancado en las últimas décadas, en gran parte debido a la sobre regulación.
A pesar de que Estados Unidos desarrolló el primer reactor de la Generación IV para uso comercial, la iniciativa se ha trasladado a otros países, mientras que la innovación en el sector interno ha sido sofocada. Los reactores avanzados tienen un potencial revolucionario, permitiendo nuevas aplicaciones en sectores como la producción de datos, la fabricación de microchips, la producción petroquímica, la salud, la desalinización y la generación de hidrógeno.
La estrategia delineada por Trump prevé maximizar la jurisdicción del DOE sobre tecnologías nucleares de próxima generación, asegurando que los innovadores estadounidenses tengan un camino claro hacia el desarrollo de tecnologías nucleares que puedan estimular la prosperidad económica y fortalecer la seguridad nacional. Este enfoque integral en la energía, que también incluye el uso de combustibles fósiles y tecnologías emergentes, tiene como fin asegurar la independencia energética de Estados Unidos y fomentar el crecimiento económico en el proceso.
Con esta serie de acciones, Trump abre la puerta a la creación de empleos y a un resurgimiento en la producción energética del país, lo que podría mejorar el balance comercial de Estados Unidos y potenciar su capacidad competitiva frente a potencias extranjeras. Al mismo tiempo, estas iniciativas buscan fortalecer relaciones con aliados y socios, mientras apoyan la paz y seguridad internacional.
Fuente: WhiteHouse.gov