En un clima de creciente tensión y polarización, la manifestación del pasado sábado 28 de junio ante la sede del Tribunal Supremo se convirtió en un escenario crítico. Convocada por asociaciones de jueces y fiscales para protestar contra la reforma de la carrera judicial, la movilización también sirvió de telón de fondo para un preocupante episodio de hostigamiento hacia periodistas.
La situación se tornó especialmente alarmante cuando un equipo del Telediario de Televisión Española, encabezado por la periodista Claudia Cid, se vio forzado a abandonar la concentración tras recibir fuertes amenazas e insultos. «Rojos de mierda» y «acuérdate de mi cara» fueron algunos de los gritos que resonaron en medio de la protesta. Esta escena, difundida por el presidente de RTVE, José Pablo López, en sus redes sociales, refleja un ambiente hostil hacia los medios públicos.
López no tardó en alzar la voz ante lo que considera un alarmante incremento del acoso hacia los profesionales de RTVE. «La televisión pública es, para algunos, un objetivo a batir», advirtió, señalando que la legítima crítica ha derivado en un preocupante señalamiento de los trabajadores. Las palabras del directivo se hicieron eco de un fenómeno más amplio: en las últimas semanas, varias concentraciones ultraderechistas han entorpecido el trabajo de los periodistas, poniendo en peligro su labor informativa.
Además de las agresiones en la calle, la situación se agrava con el acoso en redes sociales y la filtración de datos personales de reconocidos presentadores de RTVE. Figuras como Silvia Intxaurrondo y Javier Ruiz han sido blanco de ataques que, según López, podrían escalar hacia agresiones físicas en algún momento. «Un día este acoso puede convertirse en agresión física», advirtió, expresando su solidaridad con quienes sufren esta persecución.
El Consejo de Informativos de TVE también se pronunció sobre el incidente, subrayando la importancia de garantizar el derecho a la información en todo momento. En un contexto donde las sombras del acoso sobrepasan lo meramente verbal, la defensa de la libertad de expresión y del trabajo periodístico se presenta como una necesidad imperiosa. Las palabras de López y el llamado del Consejo traen a la luz el delicado equilibrio que debe sostenerse en una democracia: el respeto a la información y a quienes tienen la valentía de contarla.
