El clima de tensión social en España se intensifica, especialmente en localidades como Torre Pacheco, donde grupos de ultraderecha, motivados por discursos incendiarios de figuras como Pablo González Gasca de Vox, han tomado la iniciativa de «patrullar» las calles. Este tipo de acciones, que en ocasiones desembocan en violencia contra personas de origen marroquí, revelan un trasfondo de xenofobia y odio racista, alimentado por la difusión de bulos y desinformación presentada en redes sociales. Así, la narrativa de que la delincuencia está intrínsecamente ligada a la comunidad inmigrante se convierte en el combustible de una peligrosa maquinaria de odio.
El reciente incidente en Torre Pacheco, donde se desató la violencia tras una agresión a un anciano, es un reflejo de esta dinámica. Mientras el autor de esa agresión resultó ser español, los ultra-patriotas se enfocaron en castigar a una etnia, justificando su violencia con la premisa de una guerra cultural. Este fenómeno no es nuevo, ya que resuena con estudios históricos de violencia colectiva contra grupos minoritarios, donde la culpa se extiende a comunidades enteras por las acciones de individuos. La confusión y la falta de datos precisos sobre los perpetradores perpetúan esta ola de violencia racista.
El papel de los medios en la creación y perpetuación de estos discursos es fundamental. Muchos se abstienen de mencionar la procedencia de los delincuentes en un esfuerzo por no estigmatizar a comunidades enteras, pero esta omisión a menudo sirve de munición para narrativas de ultraderecha que buscan crear un enemigo tangible. La lucha contra la manipulación informativa y el odio racista es más relevante que nunca, y solo a través de datos precisos y un debate abierto se podrá desafiar y desmantelar esta creciente ola de violencia en las calles españolas.
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