En la Ciudad del Vaticano, la incertidumbre rodea la participación del Papa Francisco en los rituales de la Semana Santa, un período eminentemente significativo en el calendario litúrgico católico. Mientras el sumo pontífice continúa recuperándose de recientes problemas de salud, ha delegado la responsabilidad de celebrar las misas del Jueves y Viernes Santo, así como la conducción del Vía Crucis en el emblemático Coliseo de Roma, a dos destacados cardenales. A pesar de su ausencia física, la influencia de Francisco se sentirá profundamente a través de las meditaciones que ha compuesto personalmente para la ocasión, las cuales resonarán entre los antiguos muros del anfiteatro romano.
A sus 88 años, el Papa muestra signos de mejoría. La oficina de prensa del Vaticano informó que Francisco se está recuperando favorablemente en varios aspectos de su salud, incluyendo su movilidad, respiración y capacidad vocal. Estas mejoras fueron evidentes el pasado Domingo de Ramos cuando, al concluir la misa, apareció en la Plaza de San Pedro despojado de cualquier apoyo de oxígeno y deseó a los fieles una «buena Semana Santa». Esta aparición sorpresiva alentó a muchos, demostrando la fortaleza y el compromiso del pontífice argentino con su ministerio.
Continuando con sus deberes papales, Francisco también mantiene encuentros regulares con importantes figuras de la Curia Romana. Recientemente, recibió al cardenal Marcelo Semeraro, prefecto de la Causa de los Santos, para avanzar en los procesos de beatificación y canonización, evidenciando así su dedicación inquebrantable a los asuntos de la Iglesia, pese a su convalecencia.
Sin embargo, el Vaticano aún no confirma si el Papa asistirá físicamente a los eventos restantes de la Semana Santa. Ha encargado al cardenal italiano Domenico Calcagno la misa del Crisma y al prefecto del dicasterio para las Iglesias Orientales, Claudio Gugeroti, la misa del Viernes Santo. El cardenal Baldassare Reina, vicario para la diócesis de Roma, presidirá el Vía Crucis, destacando la profunda contribución espiritual del Papa a través de las meditaciones que ha preparado.
La expectación gira ahora en torno a si el Papa Francisco podrá impartir la bendición ‘Urbi et Orbi’ desde el balcón de la Logia central de la Basílica de San Pedro el Domingo de Resurrección, una tradición profunda que culmina la Semana Santa y simboliza la renovación de la fe para la Iglesia Católica en todo el mundo. Mientras tanto, la comunidad católica espera ansiosamente cualquier señal de la participación del Papa en los próximos rituales, manteniendo viva la esperanza de su recuperación completa y regreso activo a sus funciones espirituales.