El Ministro Israelí Contra el Antisemitismo Brinda su Apoyo a la Agrupación Nacional y a Santiago Abascal

En un momento histórico definido por la tensión creciente entre ideologías y naciones, Amichai Chikli, ministro israelí a cargo de Combatir el Antisemitismo y los Asuntos de la Diáspora, mantiene la mirada fija hacia España, un país con el que, según sus palabras, Israel mantiene una relación compleja. Menos presente en el ojo mediático español comparado con su colega, el ministro de Asuntos Exteriores Israel Katz, conocido por sus críticas muy publicitadas contra el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta, Yolanda Díaz, Chikli igualmente encuentra momentos para destacar las dinámicas políticas entre España e Israel.

La presencia del ministro en eventos internacionales, como el ‘Viva 24’ de VOX, y sus declaraciones subrayan una estrategia de Israel que busca fomentar lazos con gobiernos de inclinación conservadora y derechista en Europa, mientras critica abiertamente a aquellos cuyas políticas percibe como desfavorables a sus intereses. La designación por parte de Sánchez hacia Pedro y la reciente normalización de relaciones entre España e Israel post-recognition del Estado Palestino dictan un marco de relaciones diplomáticas tentativas.

Chikli, quien también ha criticado el reconocimiento del Estado Palestino por parte del gobierno español, ve con buenos ojos a líderes españoles como Isabel Díaz Ayuso y Santiago Abascal, lo que indica una preferencia por políticas y líderes de derechas. La relación, sin embargo, se extiende a figuras del Partido Popular, evidenciado en encuentros con Antonio López-Istúriz, representante en el Parlamento Europeo, revelando una diplomacia que busca diversificar sus alianzas más allá de la política partidista.

Este enfoque de Israel intenta balancear su proyección internacional mirando a Europa, donde el crecimiento de partidos de extrema derecha como Agrupación Nacional en Francia presenta tanto oportunidades como desafíos. Por un lado, La vista de Chikli tiende a favorecer gobiernos que percibe más alineados con los intereses de seguridad israelíes; por otro, el respaldo a figuras ultraderechistas con pasados controversiales respecto al antisemitismo levanta debates sobre la naturaleza de estas alianzas.

La escalada de retórica y la preocupación compartida por el “islam radical” y políticas de inmigración sirven de ejemplo en el discurso de Chikli, quien enfatiza la necesidad de un frente unido defendiendo los valores occidentales y judeocristianos. Sin embargo, esta aproximación conlleva el riesgo de alienar no solo a gobiernos de ideologías contrarias sino también de suscitar debates éticos sobre el apoyo a gobiernos cuyo historial hacia la comunidad judía ha sido, en el mejor de los casos, tumultuoso.

El enfoque de Israel hacia gobiernos de ultraderecha, marcado recientemente por un aparente rompimiento con el ‘cordón sanitario’ hacia el partido de Marine Le Pen, Agrupación Nacional, apunta a un realineamiento estratégico de sus alianzas globales en un momento de cambios geopolíticos. Este realineamiento, en el contexto de un Oriente Medio convulso y una Europa que se balancea ideológicamente, refleja una búsqueda israelí de garantizar su seguridad y promover sus intereses divulgando políticas exteriores que, a largo plazo, podrían traer consecuencias imprevistas en el escenario político internacional.

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