En una revelación que sorprende a quienes solo lo conocen por su labor televisiva, Pablo Motos ha vuelto a capturar la atención del público, aunque esta vez por una faceta bastante desconocida de su pasado. Antes de convertirse en una de las figuras más emblemáticas y en ocasiones controvertidas del entretenimiento español, el afamado presentador de «El hormiguero» se adentró en el mundo de la música, logrando un hito no menos sorprendente en su carrera.
Quizás para muchos, el nombre de Pablo Motos evoque imágenes de entrevistas célebres, bromas entretenidas y experimentos curiosos en el plató de «El hormiguero». Sin embargo, lo que muchos ignoran es que, hace décadas, Motos fue el centro de atención por una razón muy distinta. En 1993, el presentador no solo se inscribió, sino que también triunfó en el Festival de Benidorm, una victoria que logró con una canción que él mismo ha calificado como «horrorosa». Tal confesión tuvo lugar durante su participación en el programa «En la tuya o en la mía», conducido por Bertín Osborne, donde Motos narró la insólita inspiración detrás de su canción, surgida a partir de su relación con Baltasar Montaner, un técnico de radio invidente.
Más allá de su autocrítica, fue la puesta en escena lo que marcó la diferencia durante su participación en el festival. Motos, incorporando a 40 niños ciegos en su actuación, creó un momento conmovedor que rememoraba la célebre canción «We Are the World». Esta decisión no solo incrementó el impacto visual y emocional de su presentación sino que también contribuyó a su triunfo en el certamen.
El éxito obtenido en el Festival de Benidorm no solamente le proporcionó reconocimiento y un premio económico sino que, según confiesa, fue el primer momento en el que se sintió verdaderamente famoso. No obstante, considerando que su paso por la música fue tan impactante como breve, Motos optó finalmente por concentrar sus esfuerzos y talento en la radio y la televisión, ámbitos donde ha logrado forjar su nombre y construir una larga y exitosa trayectoria.
Sin embargo, este retorno a uno de los episodios más curiosos de su pasado no solo sirve para mostrar la versatilidad y profundidad de Pablo Motos como personaje público. También refleja los caminos inesperados que pueden tomar las carreras de quienes, como él, no se detienen ante la primera oportunidad de éxito, sino que continúan explorando nuevas vías para expresar su creatividad y talento, recordándonos así la importancia de la adaptabilidad y la pasión en cualquier carrera profesional.