El Grand Prix revela su misterio más grande: La identidad secreta detrás de la vaquilla

Han pasado muchos años desde el estreno de ‘El Grand Prix del verano’ en 1996 (un año antes bajo la denominación de ‘Cuando calienta el sol’). Es lógico, por tanto, que su regreso en 2023 se haya dado con varias modificaciones. Una de ellas ha afectado de lleno a la famosa vaquilla, ya que en esta ocasión el uso de un animal para fines recreativos no iba a ser aceptado por el público. ¿La alternativa? Te la contamos.

‘El Grand Prix’, las pruebas más divertidas de la televisión

En julio de 1995 nació un programa que se convertiría en un hito de la televisión española. ‘El Grand Prix del verano’ debutó en TVE como un concurso único, divertido y lleno de originalidad. En cada programa, 30 representantes de dos pueblos diferentes competían entre sí para demostrar que eran los más fuertes y ágiles. No se jugaban poca cosa, ya que el premio consistía en una cuantiosa suma que la población ganadora destinaba a diversas mejoras y proyectos municipales. Y no sólo eso, sino que los pueblos participantes obtenían visibilidad y reconocimiento, fomentando el turismo.

Esta competición estaba formada por varias pruebas a cada cual más divertida. Algunas de ellas realmente entusiasmaban al público, como aquella de “la patata caliente”, en la que un globo podía estallar enfrente de uno de los famosos invitados. O la de “manos a la carta”, en la que los concursantes, enfundados en disfraces de manos gigantes debían acudir a la carta indicada y tumbarse sobre ella. Y por supuesto, el emblema del programa: la famosa vaquilla.

“El programa del abuelo y el niño”

‘El Grand Prix’ se emitió desde 1995 hasta primeros de los 2000 en lo que supuso una era dorada para el concurso. Su éxito radicó, precisamente, en su humor blanco y su dinamismo. No había entrega que no entusiasmara al público, que además de divertirse, asociaba el formato a la época estival y las vacaciones. No eran pocos los que esperaban con impaciencia la llegada de cada temporada.

Y es que además de todo esto, ‘El Grand Prix’ tenía el poder de reunir a la familia delante del televisor. “El programa del abuelo y el niño”, rezaba su eterna sintonía que se mantiene a día de hoy; y así era, ya que el programa reunía audiencias de todas las edades en el prime time de TVE. Se convirtió, para muchos, en el programa ideal para ver con los amigos y familiares, incluso posicionándose muchas veces con un equipo u otro.

Eran tiempos divertidos y mucho más sencillos que los actuales, en los que la televisión se movía por el mantra del entretenimiento. Una forma de hacer televisión que marcó generaciones, especialmente las de aquellos que crecimos con estos programas caracterizados por la diversión más inocente.

La prueba más icónica: la vaquilla

El equipo amarillo y el equipo azul, representando a dos pueblos diferentes, se enfrentaban en cada programa de ‘El Grand Prix’ a través de diversas pruebas que ponían a prueba su fuerza, agilidad y rapidez. Qué mejor ejemplo que “los troncos locos”, en la que los participantes debían cruzar una piscina saltando sobre unos troncos flotantes que no paraban de moverse.

Los “bolos humanos” también era una de las pruebas favoritas del público. Los concursantes de un equipo se disfrazaban de bolos gigantes mientras que el concursante considerado más fuerte del otro les derribaba lanzándoles una bola hinchable. Las repeticiones a cámara lenta nos daban grandísimos momentos, así como “la cucaña”, en la que los participantes debían trepar un poste resbaladizo para alcanzar un premio en la cima.

Pero su prueba más icónica era, sin duda alguna, “la vaquilla”; mejor dicho, la temida vaquilla. Los concursantes debían realizar determinadas actividades dentro de una pequeña plaza mientras una vaquilla corría hacia ellos. Estos retos consistían, entre otras cosas, en recolectar objetos, resolver puzles o saltar obstáculos.

Adiós a la vaquilla de ‘El Grand Prix’

Los tiempos han cambiado desde aquellas primeras temporadas de ‘El Grand Prix del verano’. Algunos de estos cambios han sido positivos y otros negativos, abarcando todo tipo de gustos y opiniones. Lo que no puede negarse es que, a día de hoy, la conciencia por el bienestar animal es mayor y eso ha derivado en diferentes cambios a todos los niveles.

Como no podía ser de otra forma, este icónico programa también se ha visto afectado por ellos, especialmente en lo que respecta a su vaquilla. TVE sabía que esta prueba podría incomodar a buena parte del público e incluso dar lugar a protestas y demandas. Por ello optó, muy acertadamente, por una alternativa en la que ningún animal debía pisar el plató.

Así fue cómo la tradicional vaquilla fue sustituida por un hombre disfrazado de este animal “al estilo mascota de la NBA americana”, en palabras de la propia cadena. Esta vaquilla humanizada cumple una función similar a la anterior, que es la de distraer y obstaculizar las tareas de los concursantes. La diferencia es que en esta ocasión no hay posibilidad alguna de sufrimiento animal ni existe el riesgo de que un concursante resulte herido.

¿Quién se esconde detrás de la vaquilla?

Debajo de este disfraz que recuerda, efectivamente, al de una mascota de la NBA, se encuentra un hombre de 42 años llamado Miguel del Pozo. Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, trabaja desde hace más de dos décadas como mozo de almacén para la fábrica de Bosch. Pero no es su única ocupación, ya que también es la mascota del club de baloncesto madrileño Estudiantes, una experiencia que no podía haber sido mejor para su trabajo en ‘El Grand Prix’. Además, compite en pruebas de atletismo, siendo campeón de Europa Master 10 km.

Miguel del Pozo no podría sentirse más feliz con su trabajo en ‘El Grand Prix’. Según ha declarado ha medios como As, “De niño me encantaba, pero al ser de Madrid no tengo pueblo. Tampoco hay tanta oferta de mascotas. Nunca me he visto tan capacitado para un trabajo. Ni siquiera siento que estoy trabajando”.

Y no sólo es que le encante, es que este madrileño es realmente bueno haciendo su trabajo. “En algunas pruebas, si quiero molestar, puedo molestar muchísimo. En otras, sin embargo, quiero dar con todas mis fuerzas y es más difícil, y eso es un poco frustrante. Por suerte, según avanzan los programas, los equipos van sabiendo mejor cómo elegir los comodines”.

Salto a la fama en redes sociales

Aunque no podemos ver el rostro de Miguel del Pozo en ‘El Grand Prix’, es bien conocido por todos gracias a las redes sociales, donde comparte su día a día y ya cuenta con casi 3.000 seguidores.

“Tenía ciertas dudas por participar en un programa, pero la experiencia de ser la vaquilla no puede ser más positiva. Me siento como si me hubiesen dado el coche y los ingenieros y mecánicos de Red Bull, y así es todo mucho más fácil”, explica esta vaquilla humana que ha sabido conquistar al público desde el primer momento.

Hay que recalcar que no es la única “mascota” que nos ha ofrecido esta segunda etapa de ‘El Grand Prix’. También encontramos un tiranosaurio llamado Nico que no se queda atrás a la hora de hacer todo tipo de jugarretas a los concursantes y a quien los niños adoran. Todo un acierto por parte del programa.

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