En un reciente y afilado intercambio de palabras a nivel diplomático, el gobierno turco, liderado por Recep Tayyip Erdogan, ha emitido unas declaraciones contundentes contra el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, comparándolo con Adolf Hitler. Este último comentario marca otro pico en la ya tensa relación entre Turquía e Israel, en un contexto donde las palabras y los gestos políticos cobran una relevancia particular en el complejo tablero de Medio Oriente.
Desde Ankara, el Ministerio de Asuntos Exteriores turco no ha dudado en afirmar que «así como los nazis genocidas fueron responsabilizados, también lo serán aquellos que intentan erradicar a los palestinos. No podrán aniquilar a los palestinos… Así como llegó el fin del genocida Hitler, también llegará el fin del genocida Netanyahu». Estas fuertes declaraciones han sido parte de un comunicado que responde, a su vez, a las advertencias emitidas por el ministro de Exteriores israelí, Yisrael Katz, quien comparó a Erdogan con Sadam Hussein, insinuando que el líder turco podría enfrentar un destino similar al del expresidente iraquí, referenciando su derrocamiento y posterior ejecución.
Turquía, por su parte, ha mostrado firmeza y determinación en su postura frente a Israel. Erdogan, en una convención de su partido AKP, destacó la fortaleza de la industria de defensa turca, sugiriendo que la potencia militar de Turquía podría ser suficiente para intervenir en Israel y poner fin al conflicto palestino. «Al igual que entramos en Karabaj, al igual que entramos en Libia, haremos lo mismo con ellos. No hay nada que lo impida. Solo debemos ser fuertes y entonces ¿podremos dar estos pasos? Los daremos», aseguró Erdogan.
Las relaciones entre ambos países alcanzaron un punto de congelación desde el 7 de octubre de 2023, tras un ataque sin precedentes de Hamás contra Israel, que resultó en la muerte de 1.200 civiles y más de 200 secuestros, desencadenando una guerra que continúa activa y que ha cobrado la vida de casi 40.000 personas en la Franja de Gaza, en su mayoría civiles palestinos.
Turquía mantiene su negativa a designar como terrorista al brazo armado de Hamás, a diferencia de la postura de la Unión Europea, Estados Unidos e Israel, y aboga por una solución al conflicto israelí-palestino mediante la creación de un Estado palestino independiente en las fronteras establecidas en 1967.
Así, la escalada verbal entre Turquía e Israel no solo refleja las tensiones existentes entre ambos países sino que también señala la complejidad de las dinámicas regionales en Medio Oriente, donde las palabras pronunciadas tienen el peso de movimientos en un ajedrez geopolítico donde está en juego la paz y la estabilidad de la región.