En un acto sin precedentes que ha elevado la tensión entre México y España, el Gobierno español ha anunciado su decisión de no participar en la ceremonia de toma de posesión de la próxima presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, prevista para el 1 de octubre. Este anuncio sigue al comunicado emitido por el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España, encabezado por José Manuel Albares, que expresó un enérgico rechazo ante la omisión en la invitación al rey Felipe VI a dicho evento.
La situación se agravó tras la confirmación de que España adoptaría una postura de no asistencia a «ningún nivel» en respuesta a lo que considera una «exclusión inaceptable» de su jefe de Estado. Este acontecimiento no solo marca un hito en las relaciones diplomáticas entre ambos países, sino que también acentúa una serie de disputas históricas y recientes que han tensado los lazos bilaterales.
Claudia Sheinbaum, cuyo triunfo en las elecciones del pasado 3 de junio la convierte en la primera mujer en ocupar la presidencia de México, sucede a Andrés Manuel López Obrador, conocido como AMLO. Durante su mandato, AMLO ha mantenido una postura crítica hacia España, particularmente notoria desde 2019, cuando solicitó públicamente al rey Felipe VI disculpas por los agravios cometidos hacia los pueblos indígenas durante la conquista.
Estas declaraciones forman parte de lo que muchos analistas y críticos políticos describen como una estrategia de retórica dirigida al electorado mexicano, distinguible también por el llamado de López Obrador al Estado español y al Vaticano para reconocer los daños y ofrecer resarcimientos políticos adecuados. El escrito del presidente mexicano, que trascendió ampliamente en medios de comunicación, delineaba una solicitud formal para admitir la responsabilidad histórica y ofrecer las correspondientes disculpas.
Esta controversia ha escalado hasta el punto de que, en 2022, López Obrador proclamó una «pausa» en las relaciones con España, tanto a nivel gubernamental como con empresas españolas, sugiriendo que las relaciones podrían restablecerse con un cambio en el Gobierno mexicano.
La decisión de España de ausentarse de la ceremonia de investidura de Sheinbaum no solo es indicativa del distanciamiento actual entre los dos países, sino que también plantea interrogantes sobre el futuro de las relaciones diplomáticas y comerciales bilaterales. Con la toma de posesión acercándose, queda por ver cómo evolucionarán estas tensiones y qué medidas podrían adoptarse para suavizar un vínculo históricamente significativo, pero claramente fracturado.