En una reciente incorporación al popular género de true crime, La Sexta ha lanzado Caso, una serie que indaga en un sorprendente suceso criminal ocurrido en los años 90 en Zaragoza, y que experimentó un giro drástico 23 años después. La escalofriante muerte de Mercedes Lázaro dejó consternada a la comunidad zaragozana. A pesar de los esfuerzos iniciales, la investigación se estancó en 1992 debido a la falta de pruebas concluyentes.
La narrativa tomó un camino inesperado cuando, siguiendo a la muerte de Mercedes, otro asesinato se cometió apenas 42 días después, arrojando nueva luz sobre el caso gracias a una pista decisiva. Carlos Quílez, Bea Osa y Cruz Morcillo, periodistas especializados en crímenes, han buceado en este acontecimiento de hace tres décadas, descubriendo conexiones con otros dos crímenes en la misma ciudad. Lo que a primera vista parecía un detalle menor en la escena del crimen, se convirtió en una clave vital para reabrir el caso.
La pista era una medalla de manufactura americana hallada junto al cuerpo de Eva María, otra víctima. Inicialmente entregada a su familia, fue rechazada al no pertenecerle, lo que sugirió podría ser del asesino. Esta medalla, junto a una técnica de asesinato de origen militar encontrada en los cuerpos de las víctimas, condujo la investigación hacia una base militar estadounidense en Zaragoza y un taller italiano que había producido la medalla. Un testigo crucial describió haber visto a un hombre joven, atlético y extranjero cerca de la escena, proporcionando un nuevo enfoque al caso.
La investigación recibió un impulso crucial en 2015 tras un nuevo incidente similar, aunque esta vez la víctima sobrevivió. Fue entonces cuando surgió el nombre de Malcon-Abdul Harvey, hijo del segundo al mando en la citada base militar. A pesar de los intentos por reforzar la culpabilidad de Harvey, cuya vida tomó un giro al convertirse en sheriff en Georgia, las evidencias físicas cruciales fueron destruidas accidentalmente. El reencuentro con un testigo de los hechos precedentes fue decisivo; el reconocimiento de Harvey en una fotografía reafirmó las sospechas. Sin embargo, la trama se complicó con el hallazgo de su certificado de defunción.
La conclusión a la que llega Caso es tan misteriosa como perturbadora: Harvey, la única persona que cumplía con todas las pistas dirigidas hacia el autor de los crímenes, desapareció sin dejar rastro, y tras su desaparición, no se reportaron más crímenes de tal naturaleza en Zaragoza. Este desenlace deja al público y, posiblemente, a las autoridades, frente a un enigma sin resolver, subrayando la complejidad y los desafíos inherentes a la resolución de crímenes verdaderos.