El exdirector del Mossad advierte a la fiscal de la CPI sobre indagaciones hacia Israel, reporta The Guardian

En un giro que parece extraído de las tramas más tensas del cine noir, Yossi Cohen, exjefe del Mossad, la notoria agencia de inteligencia israelí, es señalado por supuestamente haber ejercido presión y amenazas contra Fatou Bensouda, quien lideraba la Fiscalía de la Corte Penal Internacional (CPI) en un intento de descarrilar las investigaciones sobre posibles crímenes de guerra y contra la humanidad por parte de Israel en los territorios palestinos ocupados.

La información, revelada por The Guardian a través de una meticulosa investigación, dibuja un escenario digno de un thriller político, donde la diplomacia y los servicios de inteligencia se entrecruzan en el delicado tablero de ajedrez de la geopolítica internacional. Cohen habría buscado influir en Bensouda con frases que evocan a intimidaciones propias del hampa, sugiriéndole «ayuda» y protección ante supuestos riesgos para su seguridad y la de su familia si proseguía con las pesquisas hacia Israel.

La CPI, que arrancó esta investigación en 2021, elevó la apuesta al emitir una orden de arresto no solo contra figuras clave del gobierno israelí como el primer ministro Benjamin Netanyahu y el ministro de Defensa, Yoav Gallant, sino también contra líderes del movimiento Hamás, en respuesta a los ataques del 7 de octubre y acciones subsecuentes en Gaza.

Las reuniones secretas, que habrían comenzado a tejerse alrededor de la Conferencia de Seguridad de Múnich de 2017 y se prolongaron en encuentros subsiguientes, incluido uno en Nueva York en 2018, sugieren un esfuerzo coordinado y persistente por parte de Cohen para detener la investigación de la CPI sobre Palestina. Además, se revelaron tácticas cuestionables como el uso de grabaciones secretas del marido de Bensouda, obtenidas por el Mossad, supuestamente para socavar la credibilidad de la fiscal.

Esta trama adquiere mayor complejidad y una dimensión internacional con el presunto intento de reclutamiento de Bensouda por parte del Mossad y la actuación de Cohen como un posible «mensajero no oficial» de Netanyahu, lo que pone de manifiesto la intrincada relación entre la inteligencia israelí y su liderazgo político. La comunidad internacional observa con atención las repercusiones de esta controversia, que podría tener implicaciones significativas para la percepción global de la justicia y la impunidad.

Mientras tanto, las recientes declaraciones de Cohen, alineándose con la postura de que Israel debe tener «vía libre» en su estrategia contra Hamas en Gaza, contrastan con las advertencias internacionales sobre la conducta bélica y los llamamientos a la moderación. Estos elementos conforman un caso que sin duda continuará generando debates acalorados en foros de derechos humanos y políticos globales, mientras la línea entre la seguridad nacional y el respeto al derecho internacional sigue siendo motivo de tensa negociación.

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