En un encuentro que marcó un punto de inflexión, Javier Milei estrechó la mano de Elon Musk en abril de 2024, en una fábrica de Tesla en Texas. Sin embargo, el verdadero centro de atención dentro de la Casa Rosada es su hermana, Karina Milei, quien ejerce un poder absoluto como secretaria de la Presidencia. Su relación con el presidente, marcada por una profunda dependencia emocional, ejemplifica las tensiones en un proyecto político que, aunque se presentó como «antisistema», enfrenta acusaciones de corrupción que podrían socavar su imagen.
Recientemente, un escándalo de sobornos en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) reveló dinámicas ocultas en el poder presidencial. Audios filtrados implican a Karina y a su círculo cercano en un esquema de corrupción que afectó gravemente a personas con discapacidad, generando una ola de indignación y un inédito revés legislativo al derogar un veto presidencial. La crisis se agravó con la filtración de audios desde su oficina, lo que provocó alarmas sobre la seguridad dentro del gobierno y llevó a medidas de censura que fueron denunciadas por oposición y medios de comunicación.
Mientras el país se prepara para unas elecciones provinciales que serán un termómetro para la viabilidad política de Milei, la presión sobre su hermana se intensifica. La relación entre ambos se considera tanto su bastión como su talón de Aquiles, y muchos se preguntan si el escándalo y la creciente inestabilidad económica pueden marcar el futuro de su administración. En un contexto de caída del peso y descontento social, los días de Milei en el poder parecen más inciertos que nunca, atrapados en un ciclo de creencias y contradicciones.
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