El escritor y pensador libanés, Amin Maalouf, ha lanzado advertencias severas sobre el futuro del mundo en su más reciente obra, El laberinto de los extraviados. A través de sus páginas, Maalouf realiza un exhaustivo análisis sobre el declive del modelo occidental y explora las razones detrás del fracaso de distintas potencias globales en ofrecer alternativas viables a la hegemonía occidental. Su libro, publicado por Alianza Editorial, retoma temas que han definido sus ensayos anteriores, revelando una profunda preocupación por el estado actual de la humanidad y la dirección hacia la cual se dirige.
Maalouf, galardonado con el premio Princesa de Asturias de las Letras en 2010, sostiene que estamos viviendo el ocaso del dominio occidental, pero critica la incapacidad tanto de los países occidentales como de sus adversarios para liderar a la humanidad hacia un futuro más prometedor. Ejemplifica con la guerra en Ucrania, que vio como una oportunidad temporal para Occidente, y cuestiona la habilidad de China para presentar verdaderas soluciones a los problemas globales.
El autor explora el fracaso de imperios pasados y la crisis contemporánea que atraviesan todas las grandes potencias, identificando problemas sistémicos como el cambio climático y los desafíos de la gobernanza global. Maalouf lamenta la falta de una solidaridad global frente a estos desafíos, exacerbada por la desconfianza y hostilidad sistemáticas entre naciones líderes.
En su obra también debate sobre el peligro de un conflicto armado a gran escala, alimentado por tecnologías emergentes y una carrera armamentística renovada. Aunque no ve la guerra como inevitable, Maalouf advierte sobre el riesgo real que estas tensiones representan, especialmente entre potencias como China y Estados Unidos.
Maalouf critica la arrogancia como un factor clave detrás de la caída de imperios, incluyendo el potencial peligro para China si sigue un camino similar. Sin embargo, reconoce que los problemas enfrentados por Occidente y sus competidores no se deben únicamente a la política exterior, sino también a dinámicas internas y al modelo económico global predominante.
El libanés propone una reflexión sobre lo que Occidente puede aprender de modelos alternativos, destacando por ejemplo la separación de identidad y religión en países confucianos, y la importancia de la educación. A través de su análisis, Maalouf no solo se erige como crítico de un orden mundial en crisis, sino también como un visionario anhelante de un futuro donde la cooperación y el entendimiento mutuo prevalezcan sobre la rivalidad y el enfrentamiento.