El Dilema de la Felicidad Plena: Navegando la Culpa en Momentos de Éxito

En los fríos y apacibles países nórdicos, donde el bienestar y la prosperidad parecen ser la norma, surge una paradoja que desafía la percepción común de la felicidad. A pesar de encabezar las listas de las naciones más ricas y contentas, sus habitantes experimentan un profundo sentimiento de malestar, conocido como «escandiculpa». Este término encapsula la culpa y la vergüenza que sienten muchos escandinavos por su prosperidad, en contraste con el nivel de vida de aquellos en regiones menos afortunadas.

Elisabeth Oxfeldt, una respetada profesora e investigadora de la Universidad de Oslo, ha acuñado este concepto después de observar una tendencia persistente en la literatura y producciones audiovisuales del norte de Europa. Según Oxfeldt, la narrativa común representa una dualidad marcada: por un lado, individuos inmensamente felices gracias a su riqueza, y por otro, personas que no comparten la misma suerte.

Esta «escandiculpa» no solo se manifiesta en la cultura pop, sino que permea la vida cotidiana de los ciudadanos nórdicos. Se ven a sí mismos como inadvertidos beneficiarios de un sistema global que favorece sus condiciones de vida a expensas de otros. Esta percepción se ve intensificada por la conciencia creciente sobre cómo ciertas acciones e inacciones, históricas y contemporáneas, han afectado negativamente a poblaciones nativas y minorías en sus propios países y más allá.

La discusión se extiende al ámbito del género y la ideología política, señalando particularmente que las mujeres y aquellos con inclinaciones políticas de izquierda son más susceptibles a experimentar este sentimiento. Esto puede reflejar un deseo más profundo de abordar y rectificar desigualdades globales, mientras que los protagonistas masculinos en el cine y la televisión tienden a reprimir tales remordimientos, convirtiendo la narrativa hacia el thriller psicológico.

El fenómeno de la «escandiculpa» también se destaca en las dinámicas familiares, donde el conflicto interno sobre los roles de género y la externalización del cuidado doméstico generan aún más culpa, especialmente entre las mujeres. Este complejo entramado de sentimientos inducidos por la disparidad global y el análisis de conciencia individual y colectivo, revela una brecha en la percepción de la felicidad y la riqueza en estas sociedades supuestamente utópicas.

Mientras tanto, los estudios continúan revelando que la realidad de los niveles de satisfacción en los países nórdicos es más matizada de lo que sugieren los rankings. Finlandia, Islandia y Dinamarca, aunque posicionados en lo alto de la lista de Informe de la Felicidad en el Mundo, enfrentan tasas de suicidio y depresión que contradicen la imagen idílica de bienestar que proyectan. Estos datos apuntan a un malestar más profundo, alimentado no solo por comparaciones internacionales, sino también por una reflexión sobre las responsabilidades globales y el impacto moral de las propias acciones.

La «escandiculpa» se suma a la creciente conversación sobre cómo las naciones y sus ciudadanos perciben y manejan los privilegios en un mundo interconectado, con la comprensión de que la verdadera felicidad podría requerir un examen más profundo de las desigualdades que sustentan el bienestar de unos pocos sobre muchos.

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