El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, manifestó este viernes su firme rechazo a las propuestas del Gobierno de España referentes a la financiación autonómica que conferirían a Cataluña un «tratamiento especial». Esta posición emerge en respuesta a las afirmaciones de la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, quien el jueves destacó la necesidad de otorgar a Cataluña un papel diferenciado en el marco de los debates financieros.
En el contexto de la conmemoración del 40 aniversario del servicio de hemodiálisis del Hospital Universitario de Guadalajara, García-Page expresó su disconformidad con la supuesta «singularidad de Cataluña» y enfatizó que todas las comunidades poseen rasgos distintivos. Contrapuso la complejidad organizativa de Castilla-La Mancha para brindar servicios de sanidad primaria en relación con la población concentrada en ciudades como Madrid, demostrando que la gestión territorial no puede ser homogénea.
El dirigente de Castilla-La Mancha también cuestionó las intenciones subyacentes de la Generalitat catalana destacando que, a diferencia de Cataluña, su comunidad autónoma no destina recursos a lo que él denomina «embajadas» en el extranjero, calificándolas de elementos propagandísticos hacia la ruptura de España.
Además, García-Page describió como «bastante duro» el acto de tener que establecer pactos o «tragar» con lo que él considera la «ultraderecha catalana», en alusión a figuras políticas como Puigdemont, a quien le parece inadecuado que se le asocie con el progresismo. De forma enérgica, sentenció su argumento declarando inadmisible el otorgamiento de un tratamiento especial a Cataluña en materia financiera, argumentando que sería un precio excesivo a pagar simplemente por mantener un puesto político. «De ninguna manera, no lo vamos a consentir», concluyó tajantemente García-Page.
