Con un cielo despejado y la plaza Mayor de Ciudad Real como escenario, el Club de Esgrima de la localidad decidió tomar una iniciativa singular: salir a las calles para acercar este deporte milenario a los más jóvenes. Decenas de niños, equipados con mascarillas, chaquetas acolchadas y espadas de esgrima, se dieron cita en este evento abierto con el fin de experimentar, quizás por primera vez, la emoción de este arte del combate. La iniciativa buscaba no solo promover la esgrima entre los más pequeños, sino también demostrar que es un deporte inclusivo, seguro y lleno de valores como el respeto, la disciplina y el autocontrol.

Bajo la supervisión de instructores experimentados, los participantes tuvieron la oportunidad de aprender las nociones básicas de la esgrima: cómo asumir la posición de guardia, el manejo del florete y la importancia de la estrategia a la hora de enfrentarse a un adversario. Para muchos de los presentes, fue una revelación descubrir en la esgrima un deporte que combina destreza física con agilidad mental, desafiando el estereotipo de que es exclusivo o elitista. La jornada estuvo marcada por sonrisas, gestos de concentración y el tintineo de los metales, brindando un espectáculo singular a quienes, curiosos, se acercaron a ver.

El evento culminó con un pequeño torneo que permitió a los niños poner en práctica lo aprendido, enfrentándose entre sí en duelos amistosos. La competición, más allá de determinar quién era el más hábil, sirvió para reforzar valores como el compañerismo y la sana competitividad. Esta iniciativa del Club de Esgrima de Ciudad Real demostró ser un éxito rotundo, logrando su objetivo de despertar interés por este deporte y, lo más importante, de sembrar la semilla del entusiasmo por la actividad física en los corazones de los más jóvenes. Sin duda, una experiencia que muchos recordarán y que, posiblemente, motive a futuras generaciones a explorar el mundo de la esgrima.

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