En una presentación que podría tensar aún más las ya frágiles relaciones diplomáticas en América Latina, el Centro Carter reveló ante el Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos (OEA) unas controvertidas actas de las elecciones presidenciales venezolanas celebradas el pasado 28 de julio. Estos documentos, según la organización, confirmarían la victoria del opositor Edmundo González Urrutia frente al actual presidente Nicolás Maduro, con un marcado 67% de los votos a favor del primero.
Jennie Lincoln, asesora principal para América Latina del Centro Carter, sostuvo ante la OEA que las actas, provistas de un código QR para facilitar el recuento de votos de forma sistemática, habían sido enviadas por correo y serían compartidas con los presentes tras la sesión. Esta acción tiene lugar en un contexto donde el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela proclamó la reelección de Maduro sin hacer públicas las actas detalladas de los resultados, lo que ha generado un amplio escepticismo internacional sobre la legitimidad del proceso.
Lincoln criticó duramente la falta de transparencia del CNE, acusándolo de no cumplir con los estándares internacionales, mientras que Luis Almagro, secretario general de la OEA, calificó el proceso electoral de ser una de las peores infracciones a la democracia. Por otro lado, el gobierno venezolano, a través de voces como Diosdado Cabello, ministro del Interior, ha mostrado un abierto desdén por estas acusaciones, reafirmando su indiferencia hacia las declaraciones del Centro Carter y la OEA.
En un giro que podría reconfigurar el panorama político venezolano, María Corina Machado, líder opositora, catalogó las actas como la «prueba física» de la victoria de González, argumentando que estos documentos originales corroboran las denuncias previas de fraude electoral por parte de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), la principal coalición opositora.
Este episodio no solo pone de manifiesto las profundas divisiones internas de Venezuela, sino que también resalta el desafío constante que enfrenta la comunidad internacional al abordar la cuestión de la legitimidad y la transparencia electoral en regímenes autoritarios o semi-autoritarios. La revelación de las actas por el Centro Carter, aceptado como observador internacional por el propio CNE, introduce un elemento tangible en el debate sobre la democracia en Venezuela, preparando el escenario para potenciales repercusiones diplomáticas y una revisión de las interacciones políticas en la región.
