Ciudad Real renueva su compromiso con la Inmaculada en una jornada de historia, devoción y tradición
En un acto cargado de simbolismo y emotividad, la ciudad de Ciudad Real ha vuelto a renovar su Voto a la Inmaculada, una tradición que data de 1631 y que refleja el profundo vínculo entre la comunidad y su Patrona. La ceremonia, celebrada en la majestuosa S.I.P.B. Catedral con motivo de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, ha servido también para clausurar el 425º aniversario de la Fundación de la Real e Ilustre Hermandad de Nuestra Señora del Prado, un motivo de orgullo que remarca la historia y la devoción que unen a la ciudad con su patrona.
La solemnidad estuvo presidida por el Obispo de Ciudad Real, Rvdmo. Sr. D. Abilio Martínez Varea, quien lideró el solemne Pontifical que congregó a numerosos fieles y autoridades. Entre ellas, destacó la presencia del alcalde de la ciudad, Francisco Cañizares, acompañado de varios miembros de la Corporación Municipal, en una muestra evidente del compromiso institucional con esta tradición milenaria.
El acto no solo fue una expresión de fe, sino también un acto de reafirmación de los lazos históricos y culturales que unen a Ciudad Real con la Inmaculada Concepción. La renovación del Voto simboliza la continuidad de una promesa que el Ayuntamiento asumió hace casi cuatro siglos, un compromiso que trasciende el tiempo y que sigue vivo en la memoria y en el corazón de la comunidad.
Este día especial unió memoria, historia y solemnidad en una jornada que dejó patente la importancia de mantener viva una tradición que nutre la identidad de Ciudad Real. La celebración no solo cierra un año conmemorativo para la Hermandad y la ciudad, sino que también fortalece los lazos religiosos, culturales y sociales que hacen de esta festividad un pilar fundamental en el calendario de la capital.
La imagen del acto, que aparece en las fotografías oficiales, refleja la solemnidad y devoción que impregnan cada rincón de este evento. Es un recordatorio de que, más allá de las fechas y las ceremonias, en el corazón de Ciudad Real late una devoción profunda que ha pasado de generación en generación, y que hoy, como en 1631, sigue viva en cada acto, en cada fe y en cada voto renovado a la Inmaculada.

















