La victoria de Alternativa para Alemania (AfD) en Turingia este domingo marca un punto de inflexión en la política alemana, representando el primer triunfo electoral de un partido de extrema derecha desde los días oscuros del nazismo. La figura central de este logro es Björn Höcke, el líder de la facción más radical dentro de la AfD, cuyo extremismo ha provocado controversia incluso entre otros grupos de ultraderecha a nivel europeo. Marine Le Pen, de Francia, lo consideró demasiado radical durante las elecciones europeas, lo que llevó a su exclusión del partido europeo Identidad y Democracia.
Höcke, quien fundó «El Ala» (Der Flügel) en 2015, ha sido una figura polémica debido a sus vínculos con movimientos neonazis y declaraciones xenófobas y antisemitas. «El Ala» fue considerada tan extremista por la Oficina de Protección de la Constitución de Alemania que fue oficialmente disuelta y clasificada como una amenaza para la democracia alemana. Sin embargo, a pesar de la disolución oficial, la influencia de esta facción radical continúa siendo significativa dentro de la AfD, según el analista político Franco Delle Donne.
Las políticas y declaraciones provocativas de Höcke, como su crítica al monumento del Holocausto en Berlín y el uso de eslóganes del nazismo, reflejan una ideología revisionista y racista. Su victoria en Turingia, con un 32,8% de los votos, pone en evidencia un profundo descontento en algunas regiones de Alemania, especialmente en el este, donde se percibe un abandono por parte del gobierno federal y existe un temor generalizado hacia la inmigración.
A pesar de las limitaciones que tendría un líder regional para implementar políticas radicales como la deportación masiva de inmigrantes y sus hijos, muchos creen que Höcke ambiciona un rol más prominente dentro de la AfD a nivel nacional. Este resultado electoral desafía el cordón sanitario impuesto por otros partidos alemanes para evitar coaliciones con la ultraderecha, lo que podría complicar la formación de gobiernos estables y dar ventaja a los extremistas en un contexto de gobiernos débiles y fragmentados.
Este triunfo electoral en Turingia no solo refleja el auge de la extrema derecha en Alemania, sino que también sugiere una posible reconfiguración del panorama político alemán, donde figuras como Höcke y partidos como la AfD compican cada vez más la gestión y estabilidad de los gobiernos tradicionales.