El aguilucho cenizo (Circus pygargus) es una rapaz migratoria que vuelve cada primavera a la península ibérica para criar y viaja de nuevo a sus cuarteles de invierno en África occidental a finales de verano. Conocida por su ágil y acrobático vuelo, esta rapaz prefiere como hábitat de cría las zonas esteparias, anidando frecuentemente en el suelo de los campos de cereal, donde encuentra protección entre la mies. La coincidencia de la campaña de cosecha con la etapa de desarrollo de los pollos es una de sus amenazas más evidentes, perdiéndose muchos nidos durante la siega o el empacado de la paja. Si a esto se suman las cosechas cada vez más tempranas, la pérdida de hábitat por la transformación de cultivos herbáceos a leñosos y la depredación natural, entre otras amenazas, queda patente su elevada vulnerabilidad.
La Fundación Internacional para la Restauración de Ecosistemas (FIRE), con el apoyo de Fundación Montemadrid y CaixaBank a través de la II Convocatoria de Medioambiente y Desarrollo Sostenible, ha trabajado durante varios meses en el proyecto ESTEPASS II: Mejoras del hábitat y conservación del aguilucho cenizo y el cernícalo primilla en el Campo de Montiel (Ciudad Real). Como parte de las actuaciones de conservación, el grueso de trabajo se ha destinado al aguilucho cenizo, catalogado como ‘Vulnerable’ en el Libro Rojo de las Aves de España y en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas de Castilla-La Mancha. La búsqueda de sus colonias de cría y el censo poblacional han ofrecido resultados poco halagüeños en la comarca, a pesar de que aún se conservan en buen estado algunos paisajes cerealistas que conforman un hábitat idóneo para su cría y alimentación. No obstante, estos resultados han motivado un mayor esfuerzo durante la campaña de cosecha del cereal para proteger todos los nidos de aguilucho cenizo localizados.
Teniendo en cuenta el carácter colonial de la especie y su querencia por las zonas de cría conocidas, el esfuerzo dedicado a la localización de colonias de cría se concentró en aquellas zonas del Campo de Montiel donde se conocía, fruto de estudios y referencias anteriores, la existencia de colonias años atrás. Este esfuerzo ha permitido identificar únicamente dos colonias en el territorio prospectado, contrastando con las doce colonias que consiguieron censarse en el año 2001. Aunque se observaron varias parejas dispersas por el territorio, parece confirmarse la pérdida de once de las colonias que estaban presentes en el Campo de Montiel hace veinte años, manteniéndose en el tiempo sólo una de ellas. La segunda colonia, no conocida en estudios previos, se identificó durante este proyecto con la ayuda de los agentes ambientales de la zona. Los resultados comparativos en el tiempo revelan, en definitiva, un claro declive demográfico del aguilucho cenizo en el Campo de Montiel.
Una vez localizadas las colonias, el esfuerzo se dirigió a identificar y hacer un seguimiento de los nidos, con el fin de informar a los propietarios de las parcelas y acordar medidas de protección de cara a la campaña de siega. Durante la cosecha fue necesario intervenir en varios nidos, variando las medidas de protección en función de la fecha de siega y de la edad de los pollos. En una de las colonias, donde en el momento de la siega los pollos eran ya volantones pero aún no volaban bien, se acordó con el propietario el retraso de la siega unos días, permitiendo que en ese margen de tiempo volasen fuera de peligro trece pollos. En la otra colonia, la siega más tardía del trigo permitió que volasen varios pollos sin necesidad de intervención, mientras que para otro nido con pollos muy pequeños, fruto de una puesta de reposición muy tardía, se decidió compensar al propietario de la parcela por dejar un rodal sin segar alrededor del nido de unos 500 m2. Se estima, por tanto, que entre las dos colonias localizadas han conseguido volar diecinueve pollos, pudiendo atribuir un 84% de la supervivencia de éstos a las medidas de protección llevadas a cabo durante la campaña de cosecha.
Este trabajo de seguimiento y protección de los nidos de aguilucho cenizo ha sido mucho más fácil gracias a la buena predisposición de los maquinistas y propietarios de las parcelas, la colaboración de los Agentes Medioambientales y técnicos de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y la ayuda inestimable de los voluntarios que han participado en el trabajo de campo. Ojalá el conocimiento y la experiencia generada durante este trabajo en el Campo de Montiel sirvan como base para aunar esfuerzos y continuar trabajando para frenar el declive del aguilucho cenizo, una especie tan grácil como vulnerable.