Las esperanzas de Luiz Inácio Lula da Silva de concretar la firma del acuerdo Mercosur con la Unión Europea fueron abruptamente frustradas tras los bloqueos de Francia e Italia, que han decidido aplazar el proceso. Se había fijado el 20 de diciembre como fecha de firma, pero el gobierno italiano solicitó más tiempo para evaluar los términos del pacto, provocando descontento en la presidencia rotativa de Mercosur, liderada por Brasil, que advierte que si no se firma este fin de semana, «no habrá más acuerdo». Lula aún no ha hecho declaraciones sobre la situación, pero la paciencia parece estar agotándose.
La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, había mostrado disposición a avanzar, pero las preocupaciones por los posibles efectos del acuerdo en los agricultores locales han ejercido una fuerte influencia en su decisión. Francia, con su fuerte industria ganadera, ha manifestado serias dudas sobre el impacto que la liberalización del comercio con los países del Mercosur, especialmente Brasil, podría tener en sus productores agrícolas. El aplazamiento podría ser aceptable para los países del Mercosur, pero reiteran que el futuro de la negociación está en juego si no se llega a un consenso pronto.
Con el acuerdo en suspenso, el impacto en las relaciones comerciales entre Europa y Sudamérica se vuelve incierto. Brasil, que es uno de los principales productores de alimentos a nivel mundial, perdería una oportunidad significativa de expansión comercial que podría beneficiarse de la eliminación de aranceles. Mientras tanto, la EU ya es un gran consumidor de productos agrícolas brasileños, y la posibilidad de un mayor intercambio económico sigue siendo un tema de interés mutuo, pero las tensiones políticas actuales agudizan la incertidumbre sobre el futuro del pacto.
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