El acuerdo comercial entre la Unión Europea y Donald Trump, alcanzado en julio para evitar una guerra arancelaria, dejó a muchos empresarios británicos en shock. Darren Larvin, director de Coombe Castle International, que exporta queso a Estados Unidos, buscó claridad sobre las protecciones para sus productos, pero la respuesta del ministerio de Comercio fue decepcionante y confusa. Mientras la UE parece haber aceptado un arancel del 15%, un nivel sin precedentes, las expectativas de beneficios para el Reino Unido se desvanecen con la interpretación de las condiciones que deja en desventaja a productos clave como el queso y otros lácteos.
La percepción de que el acuerdo es más favorable para la UE se sustenta en un análisis de las estructuras arancelarias. Mientras los lácteos británicos enfrentan un arancel combinado que puede alcanzar hasta un 24.9%, sus competidores europeos se benefician de un trato menos adverso. Esto ha alimentado la frustración de empresarios como Larvin, quien considera que la coyuntura actual, marcada por el alto precio de la leche y las condiciones cambiantes del dólar, hace que cualquier costo adicional sea especialmente problemático.
Finalmente, los sentimientos de desilusión también han calado en la opinión pública europea, donde un porcentaje notable de ciudadanos percibe el acuerdo como una «humillación». Un reciente sondeo revela que solo un 2% cree que los términos favorecen a la economía europea, mientras que se anticipa que la UE absorberá costos adicionales significativos al acceder preferentemente a diversos mercados estadounidenses. Así, la balanza parece inclinarse hacia un panorama menos optimista para el Reino Unido y la UE en su relación comercial con Estados Unidos.
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