La investigadora de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), María Martínez López, ha publicado un artículo titulado ‘¿Cómo puede afectar el acoso a la imagen corporal? Una revisión sistemática para comprender la relación entre el acoso, la imagen corporal y los trastornos de conducta alimenticia’ en la revista Retos. Este trabajo revela una relación significativa entre el acoso escolar y el desarrollo de trastornos alimentarios, rescata los hallazgos del primer estudio de su tesis doctoral, que lleva por título provisional ‘El acoso escolar y su relación con los TCA. Diseño e implementación de un programa de prevención del acoso escolar a través de las asignaturas Valores Sociales y Cívicos y Educación Física’.
El artículo, codirigido por los profesores de la Facultad de Educación de Albacete, Pedro Gil Madrona e Isabel María Gómez Barreto, cuenta con la colaboración del investigador Carlos Montoya Fernández. Los resultados del estudio indican que las víctimas de acoso escolar experimentan consecuencias psicopatológicas como ansiedad, depresión, baja autoestima y dificultades en la socialización. Estos efectos se ven intensificados cuando las víctimas desarrollan una percepción negativa de su cuerpo a raíz de un acoso reiterado.
Además, el estudio establece una conexión significativa entre el acoso escolar y el surgimiento de trastornos alimentarios, incluyendo anorexia, bulimia y trastornos por atracón, tanto a corto como a largo plazo. La revisión de la literatura sugiere que las víctimas enfatizan que los estándares estéticos irreales y las comparaciones sociales, exacerbadas por el uso de redes sociales, favorecen una percepción corporal negativa, aumentando así el riesgo de desarrollar estas patologías.
María Martínez resalta la necesidad de implementar programas de prevención del acoso escolar que involucren a educadores, familias y profesionales de la salud. Asimismo, señala que es fundamental actualizar los instrumentos de evaluación, adaptándolos a las realidades sociales actuales. En este contexto, la educación física se presenta como un entorno protector que fomenta la autoestima, la aceptación del cuerpo y hábitos de vida saludables mediante el juego y la cooperación.
En conclusión, la investigadora subraya que el acoso escolar se constituye como un factor de riesgo fundamental para el desarrollo de trastornos de conducta alimenticia, mediado por una imagen corporal distorsionada. Esto pone de manifiesto la imperiosa necesidad de desarrollar estrategias integrales de prevención e intervención. El primer estudio ha servido como base para la creación de un programa integral que aborda las problemáticas mencionadas, surgiendo en respuesta a la falta de investigación en torno a las consecuencias del acoso basado en la imagen de las víctimas.
Martínez aclara que cuando la violencia, ya sea a través del acoso o ciberacoso, se centra en el aspecto físico, las víctimas suelen intentar cambiar las características que consideran ‘provocadoras’ de ese acoso. Para llevar a cabo su revisión, la autora utilizó el Método Prisma, analizando 283 artículos y seleccionando 32 que relacionaban directamente ser víctima de acoso escolar con el desarrollo de trastornos de conducta alimenticia.