Este sábado, Donald Trump realizó su segundo llamado en menos de diez días a Abdelfatah al Sisi, presidente de Egipto, en un movimiento diplomático que ha generado controversia a nivel internacional. La frecuencia de estas comunicaciones es inusual entre líderes de estado, y parece estar enmarcada dentro de los esfuerzos del presidente estadounidense por encontrar una «solución» al conflicto en Gaza que incluya el desplazamiento forzoso de millones de palestinos hacia Egipto y Jordania.
El plan, que claramente favorece a intereses israelíes, proyecta una solución definitiva al problema palestino que ha sido tema de discusión en las políticas de Israel durante décadas. Esta propuesta, sin embargo, es la primera vez que es abiertamente respaldada por un presidente de Estados Unidos, y que se ejerce presión directamente sobre El Cairo y Ammán para que sea llevada a cabo.
La idea propuesta por Trump, mencionada durante un vuelo en el Air Force One, de «limpiar» Gaza y aprovechar su ubicación y clima para desarrollo, ha sido interpretada no solo como una excentricidad del magnate, sino como un serio indicativo de las intenciones de colonizar nuevamente el territorio por parte de Israel.
A pesar de que la administración Trump esperaba tener a Egipto como un aliado estratégico en este ambicioso plan, la respuesta de al Sisi fue una negativa contundente. El presidente egipcio ha expresado que reubicar a los palestinos en la península del Sinaí sería participar en un acto de «limpieza étnica injusta» contra ellos, una posición que contrasta radicalmente con la propuesta estadounidense.
Este rechazo por parte de Egipto añade complejidad al ya tenso panorama geopolítico en la región. Además, al Sisi ha mostrado preocupación por los potenciales riesgos de seguridad que podría conllevar la llegada de palestinos a su territorio, especialmente en cuanto a la posibilidad de infiltraciones de militantes islamistas.
Las implicaciones de la propuesta de Trump no solo se limitan a las tensiones diplomáticas. En Egipto, la posibilidad de participar en un plan que involucra el desplazamiento forzoso de poblaciones también ha levantado preocupaciones internas, con el gobierno enfrentando críticas tanto por su posición frente al bloqueo a Gaza como por las condiciones económicas del país.
A pesar de la firme postura de al Sisi, los ojos estarán puestos en la futura dinámica entre Estados Unidos y Egipto, especialmente considerando la dependencia económica del Cairo de la ayuda estadounidense y el FMI. Mientras tanto, la región se mantiene a la espera de los próximos movimientos diplomáticos, y de cómo se desarrollarán las relaciones entre estos actores clave en un contexto de creciente incertidumbre.