Estados Unidos ha adoptado una estrategia de «ayúdame a ayudarte» con sus aliados para mantener el envío de armamento crítico a Ucrania, tras la victoria de Donald Trump en las elecciones de 2024. En este contexto, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, ha establecido un acuerdo con la Casa Blanca que permite a Ucrania comunicar sus necesidades de armamento a través de la Lista de requisitos prioritarios de Ucrania (PURL). Esta lista facilita que otros países de la Alianza Atlántica contribuyan con la compra de equipos estadounidenses, permitiendo que los Estados Unidos envíen armamento sin un costo directo.
Desde la implementación de PURL, se ha canalizado un flujo mensual significativo de apoyo militar, aunque los números recientes indican una caída en el ritmo de envíos. La presión de Estados Unidos para que los aliados europeos compren armamento a través de este mecanismo ha generado expectativas, incluso en naciones con tensiones previas con Washington, como España. Esta relación se presenta como una ventaja para EE.UU., que asegura su influencia en el conflicto ucraniano minimizando sus costos.
El panorama europeo en términos de defensa se complica, ya que, aunque hay un esfuerzo por desarrollar capacidades autónomas de disuasión, la dependencia del armamento estadounidense sigue siendo evidente. Mientras la OTAN se mantiene como actor central y reactivo ante las amenazas, la UE busca establecer su propia identidad de defensa. Este juego de colaboración y competencia entre ambas entidades plantea interrogantes sobre el futuro de la seguridad en el continente, donde la adaptabilidad y la innovación serán claves para enfrentar nuevos desafíos.
Artículo resumido que puedes leer completo aquí

















