Estados Unidos está a punto de implementar un nuevo paquete de sanciones «sustanciales» contra Rusia, según anunció el secretario del Tesoro, Scott Bessent. Esta decisión llega en un contexto de tensiones crecientes, justo después de que la Casa Blanca matizara los planes para una reunión entre el presidente Donald Trump y su homólogo ruso, Vladímir Putin. La cumbre que se esperaba en Budapest, destinada a abordar la guerra en Ucrania, ha sido pospuesta, lo que refleja la incertidumbre actual en las relaciones entre ambos países.
La cancelación del encuentro se produjo tras una conversación entre el ministro de Exteriores ruso y el secretario de Estado estadounidense, que llevó a la conclusión de que una reunión en persona no era necesaria. Trump expresó su deseo de no tener encuentros que no produzcan resultados, enfatizando que no quería perder el tiempo. Mientras tanto, las tensiones se mantienen, ya que las demandas rusas sobre territorios y el estatus de Ucrania continúan sin resolverse.
En medio de este panorama, Ucrania sigue firme en su rechazo a ceder cualquier territorio, demandando garantías de seguridad antes de considerar un alto el fuego. Su presidente, Volodímir Zelenski, describió las negociaciones como una tarea compleja y delicada, en medio de una situación que sigue sin visos de solución a corto plazo. Las sanciones de EE. UU., que también incluyen un llamado a los países de la OTAN para que dejen de comprar petróleo ruso, se presentan como un intento de ejercer presión para cambiar la dinámica del conflicto.
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