Dos décadas sin justicia: Recordando a Ricardo Ortega, el físico nuclear que desafió al poder como reportero en zonas de conflicto

Veinte años del asesinato de Ricardo Ortega: el físico nuclear convertido en reportero de guerra incómodo para el poder

Hace veinte años, el periodismo español perdió a uno de sus profesionales más destacados: Ricardo Ortega. Este intrépido reportero nació en Cuenca en 1966 y encontró su trágico final mientras cubría el golpe de Estado en Haití, que supuso la caída del entonces presidente Jean-Bertrand Aristide. Ortega fue asesinado por un disparo en circunstancias aún no esclarecidas. A día de hoy, la pregunta de quién fue el responsable de acabar con su vida sigue sin respuesta.

La carrera periodística de Ricardo Ortega comenzó de manera inesperada en la Onda Regional de Murcia, sustituyendo a su compañero de piso. Antes de dedicarse al periodismo, Ortega había llegado a la antigua Unión Soviética para estudiar Física Nuclear, pero el destino le tendría preparado un lugar detrás del micrófono. Su capacidad para captar la esencia de los momentos históricos quedó patente cuando tradujo y retransmitió en vivo el discurso de renuncia de Mijaíl Gorbachov el día de Navidad de 1991.

Pepe Rocamora, quien le dio su primera oportunidad como reportero, le recuerda como alguien con un innato espíritu periodístico. Tras su exitosa labor en la radio, Ortega continuó su trayectoria en la Agencia EFE desde Rusia y más tarde como corresponsal de Antena 3, medio en el cual empezó a emitir de forma regular apenas un año antes.

Olga Viza, compañera de Ortega, recuerda con admiración y cariño al periodista valiente y pionero con el que compartió su primera crónica televisiva. Corina Miranda, otra colega y amiga de Ortega, lo describe como una presencia que nadie podía ignorar, ya fuese en persona o en pantalla. Desde Chechenia hasta Nueva York, las crónicas de Ortega desafiaron al poder e hicieron eco en todo el mundo, especialmente su cobertura en vivo del atentado del 11S.

Sin embargo, su compromiso con la verdad y su crítica a la política exterior de José María Aznar, especialmente en relación con la invasión de Irak, le llevaría a ser apartado de su puesto. Este hecho fue recordado con tristeza por sus colegas, quienes vieron cómo la integridad periodística de Ortega se enfrentaba a la injerencia política.

Tras dejar Antena 3, Ortega continuó su labor como ‘freelance’ y viajó a Haití, donde su vida terminaría de manera trágica. Las circunstancias de su asesinato siguen envueltas en el misterio, aunque muchos apuntan a que fuerzas extranjeras, posiblemente estadounidenses, estarían involucradas en su muerte. La justicia haitiana e incluso compañeros periodistas han sostenido esta hipótesis.

La Audiencia Nacional de España archivó el caso en 2011 por falta de pruebas, dejando un amargo sabor de boca entre sus allegados y colegas, quienes deseaban justicia para Ricardo Ortega. La decepción se suma a la pena familiar por no contar con una versión concluyente de los hechos.

De estar vivo, Ricardo Ortega estaría cubriendo los frentes más calientes del periodismo global, tal como la actual crisis entre Ucrania y Rusia, comentan sus excompañeros. Su empatía, coraje y búsqueda incansable de la verdad lo habrían llevado a esas zonas donde su habilidad lingüística y su compromiso con el reportaje serían indiscutiblemente valiosos.

Dos décadas después de su muerte, la figura de Ricardo Ortega sigue alzándose como un ejemplo del periodismo intrépido y comprometido, un recordatorio de que, en ocasiones, la búsqueda de la verdad conlleva riesgos que deberían, pero no siempre encuentran, protección y justicia.

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