En un giro inesperado para los observadores y seguidores del juicio de alto perfil que se lleva a cabo en Nueva York, el expresidente Donald Trump ha decidido no presentarse como testigo de su propia defensa. Trump, quien dirigió la Casa Blanca entre 2017 y 2021, enfrenta acusaciones graves de haber falsificado documentos con el objetivo de silenciar a una actriz porno, movida que presuntamente buscaba proteger su carrera presidencial durante las elecciones de 2016.
La decisión de Trump de abstenerse de testificar rompe con las especulaciones previas que sugerían su posible aparición en el estrado. Aunque la posibilidad había sido dejada abierta por el propio exmandatario, fuentes cercanas señalan que su equipo legal había recomendado en contra de tal acción. Con el anuncio de que la defensa no llamará a más testigos, se desvanece la oportunidad de escuchar directamente al acusado en esta instancia.
Este juicio marca un precedente histórico al ser Trump el primer expresidente de los Estados Unidos en enfrentarse a un proceso penal de esta magnitud. Está acusado de 34 delitos graves relacionados con la falsificación de registros comerciales. La gravedad de estos cargos sugiere que, de ser hallado culpable, Trump podría enfrentarse a una sentencia que va desde la libertad condicional hasta los cuatro años de prisión.
El testimonio de Michael Cohen, exabogado y confidente de Trump, ha capturado la atención durante el juicio. Cohen alega que, por orden de Trump, se realizó un pago de 130.000 dólares a Stormy Daniels, la actriz porno en cuestión, para comprar su silencio durante la campaña electoral de 2016. Además, Cohen detalló cómo Trump le reembolsó posteriormente esos gastos.
Por su parte, Stormy Daniels ha testificado ante el Tribunal Penal de Manhattan, afirmando haber mantenido relaciones sexuales con el magnate republicano en 2006, algo que Trump ha negado repetidamente, junto con cualquier otra acusación de delito.
Mientras el juicio avanza hacia su clímax con los alegatos finales programados para la próxima semana, un jurado de doce personas tendrá la tarea de alcanzar un veredicto unánime. De no lograrse un consenso, el juez podría verse obligado a ordenar que el jurado continúe sus deliberaciones o, en último caso, declarar un juicio nulo.
Esta situación resulta aún más resonante dada la intención de Trump de presentarse nuevamente a las elecciones presidenciales este año, evidenciando cómo los litigios legales continúan ensombreciendo su carrera política.
En un contexto de alta polarización política y con la atención tanto de la prensa especializada como del público general pendiente de cada desarrollo, el desenlace de este juicio promete tener implicaciones significativas no solo para el futuro de Trump, sino también para el panorama político estadounidense en su conjunto.
