Don Pedro se Desmorona al Revelar las Adicciones Secretas de Irene

Un Giro Inesperado en «Sueños de Libertad»

En Sueños de Libertad, Don Pedro siempre ha sido el tipo de persona que basa su poder sobre la lealtad, aunque ¿qué sucede cuando esa lealtad está construida sobre la mentira? La revelación de que Irene ocultaba su vieja adicción al éter lo deja devastado. Para un hombre que está acostumbrado a tener controlados todos los detalles, la traición de su hermana no es solo eso, la traición de su hermana es una cuestión de estrategia.

Pero Pedro no es el único que recibe una estocada a su autoridad. Andrés, que se encuentra cada vez más cerca de saber lo que realmente hay detrás del soborno a Górriz, empieza a pensar que su padre tiene razón: la red de mentiras de los De la Reina es más de lo que pensaba. La llegada de Górriz no es casual y sus respuestas evasivas solo alimentan la idea de que alguien le está utilizando como un peón en un tablero de ajedrez.

Al mismo tiempo, Don Agustín se aprovecha de la debilidad de Pedro y lo presiona. Su visita a la casa familiar, rebosante de insinuaciones, hace que el empresario se rinda. A partir de aquí el chantaje ya no es una amenaza camuflada, sino una realidad que puede costar más que dinero, la dignidad. Pedro siempre ha creído que tener miedo es la manera mejor de tener bajo control a las personas. Pero, lo cierto es que el miedo que sentía Pedro ha dado paso al miedo a perderlo todo.

El enfrentamiento que se produce entre Pedro e Irene, que no es únicamente una discusión del seno familiar, es el inicio de una guerra que, probablemente, hacía tiempo que se libraba en el interior de la familia, y que podría dividirla para siempre. A su vez, el sacerdote que celebra la boda se convierte para los demás en un peón más del juego: su presencia se entiende precisamente porque en los momentos más sagrados la manipulación burla al mismo proceso que suele poner fin a los juegos.

Don Pedro, que está completamente acorralado, deberá decidir si sigue luchando para sostener el juego o acepta, en cambio, que su imperio comienza a caer. Lo más trágico de la situación es que, en su manía de controlar a los demás, Pedro nunca llegó a entender que el peor peligro se encuentra, en realidad, dentro de la casa. Irene, su hermana, su aliada, es ahora considerada traidora, y, en este mundo determinado, las traiciones son las más peligosas y no se perdonan.

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