La valía deportiva y el tesón del tenista serbio Novak Djokovic son cuanto menos irreprochables. Junto a Roger Federer y Rafael Nadal, Djokovic ocupa por méritos propios el primer lugar de la lista de máximos ganadores con un total de 20 torneos de Grand Slam ganados y 31 finales disputadas.
No obstante, quienes le conocen también admiten que su temperamento es cuando menos difícil. Sus propios compañeros de circuito han puesto en entredicho muchas de sus actitudes. Incluso se habla de que es “el tenista no amado”.
Estos días Djokovic vuelve a estar en el ojo de la tormenta. En estos momentos se encuentra retenido en contra de su voluntad en un hotel de la ciudad australiana de Melbourne, donde ha sido puesto en cuarentena por las autoridades competentes a su llegada al país para jugar el Open de Australia. Espera una decisión judicial que dictamine si, finalmente, será deportado de vuelta a su país por no estar vacunado frente a la Covid-19. Si hacemos caso a otros antecedentes, lo más probable es que se quede fuera de las pistas esta vez.
Restricciones notorias y públicas
A día de hoy Australia impone restricciones notorias y públicas para aquellas personas que quieran viajar hacia o desde el país oceánico. Según información oficial del departamento de Asuntos Exteriores del gobierno australiano, sólo los ciudadanos de esa nacionalidad completamente vacunados, los residentes permanentes y, a partir del 15 de diciembre de 2021, los titulares de visado elegibles pueden viajar hacia y desde Australia sin necesidad de solicitar una exención de viaje.
Según se transmite desde la misma página web oficial, se puede también viajar a Australia sin solicitar un permiso especial de viaje si se está completamente vacunado o si se hace bajo un acuerdo de zona de viaje seguro. De este modo, todas las demás personas con necesidad o deseo de trasladarse a Australia deben solicitar obligatoriamente una exención de viaje y, una vez llegado al país, todos los viajeros deben completar sin excepción una cuarentena obligatoria de 14 días.
Específicamente, las autoridades australianas consideran que cualquier persona es libre de poder pisar territorio nacional si dispone de una pauta completa de una vacuna (o dosis mixtas) aprobada o reconocida por la Administración de Productos Terapéuticos (TGA) o Agencia Reguladora de Medicamentos y Terapias del gobierno australiano.
Como parte del Departamento de Salud, la TGA regula la calidad, el suministro y la publicidad de medicamentos, dispositivos para patología, dispositivos médicos, productos sanguíneos y la mayoría de las demás terapias. Cualquier artículo que afirme tener un efecto terapéutico, esté involucrado en la administración de medicamentos o esté cubierto por la Ley de Productos Terapéuticos de 1989, el Reglamento de Productos Terapéuticos de 1990 o una orden ministerial, debe ser aprobado por la TGA y registrado en el Registro australiano de productos terapéuticos.
Por otro lado, es interesante saber que la TGA publica un informe semanal de seguridad de la vacuna Covid-19. Concretamente, el pasado 6 de enero el gobierno australiano declaraba con total transparencia y claridad que:
- La vacunación contra Covid-19 es la forma más eficaz de reducir las muertes y las enfermedades graves por infección;
- Los beneficios protectores de la vacunación continúan superando con creces los riesgos potenciales;
Como todos los medicamentos, las vacunas Covid-19 pueden causar algunos efectos secundarios, entre ellos reacciones en el lugar de la inyección (como dolor en el brazo) y síntomas más generales, como dolor de cabeza, dolor muscular, fiebre y escalofríos;
Hasta el 2 de enero de 2022, el número total de informes de eventos adversos recibidos donde no se especificó la marca de la vacuna Covid-19 fue 474;
Se alienta a las personas a que continúen informando sobre los presuntos efectos secundarios, incluso si existe una pequeña posibilidad de que la causa sea una vacuna, debido a que esto proporciona datos valiosos que nos ayudan a identificar posibles problemas de seguridad. A menudo, sin embargo, estos eventos no son causados por las vacunas.
El caso de Renata Voracova, y por qué esta vez es diferente
No obstante, también es verdad que las restricciones de viaje en relación con las medidas de seguridad que aplica soberanamente cada país no están exentas de modificaciones o actualizaciones. Según informaciones publicadas en algunos medios, la tenista checa Renata Voracova entró en diciembre en Australia con una exención médica concedida por la organización del Open de Australia, ya que se habría recuperado recientemente de la Covid-19.
Sin embargo, las autoridades gubernamentales australianas indicaron que ese argumento, aceptado en un primer momento por el estado de Victoria, no era válido para obtener un permiso especial de entrada al país.
Otro ejemplo más de choque frontal entre intereses particulares (en este caso, evidentemente económicos de patrocinadores y organización del Open de Australia) y colectivos (en este caso, el estricto amparo de la salud nacional según las autoridades australianas) en estos días de vorágine pandémica.
Más leña en el fuego de la discordia
Los casos de Voracova y Djokovic y la revocación de sus visados pone si cabe más leña en el fuego de la discordia producida por las políticas de vacunación que están queriendo imponer muchos países y pueden acrecentar incluso disputas diplomáticas internacionales.
Mientras el presidente serbio y familiares del tenista profetizan el acoso al deportista que estaría cautivo y crecen las muestras de apoyo al número 1 del tenis mundial, las declaraciones de las autoridades australianas siguen férreas y sustentan que el tenista puede regresar cuando quiera a su país pero que no caben excepciones a la hora de aplicar las leyes fronterizas en pos de la salud nacional.
En este punto es necesario contextualizar debidamente en qué momento salta a la palestra toda esta controversia. A medida que aumentan los casos de la variante ómicron en todo el mundo, la mayoría de países endurecen sus restricciones buscando que la población se inmunice. Hasta el momento se han implantado medidas como el pase o certificado COVID o confinamientos y limitaciones para los no demuestren estar vacunados. Pero cada vez es mayor el número de países que se plantean la vacunación obligatoria.
En el caso de la Comisión Europea, su propia presidenta, Ursula von der Leyen, capitanea el debate. Aunque en muchos países existe la obligación de inmunizar a los niños, por ejemplo, contra el sarampión, sociólogos, juristas y autoridades discrepan a la hora de exigir que los adultos también lo hagan.
En pleno debate, el gran tenista serbio Novak Djokovic, quien llegó a Melbourne con una dispensa médica del director médico de Tenis Australia (sus abogados habían informado con anterioridad que el tenista había dado positivo de Covid-19 el pasado 16 de diciembre y estaba plenamente recuperado) para defender su título en el Open australiano sin estar vacunado (aunque el tenista sigue resistiéndose a confirmar o desmentir tal afirmación), se ha topado con las duras medidas que tiene impuestas Australia para atajar los efectos sanitarios y económicos de la pandemia.
La vacuna es obligatoria para entrar en Australia, pero hay exenciones temporales para las personas que tienen “una condición médica grave”, que no pueden ser vacunadas por haber contraído la Covid-19 en los seis meses anteriores o han tenido reacción adversa al fármaco. Por ello Djokovic aguarda retenido hasta la vista programada en un tribunal de Melbourne para saber si podrá saltar a sus queridas pistas australianas para el disfrute de todos los que le admiramos deportivamente.
Santiago Roura Ferrer recibe fondos dedicados a la investigación de las enfermedades cardiovasculares por parte del Ministerio de Ciencia e Innovación y del Instituto de Salud Carlos III. Asimismo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el original aquí.