En Georgia, las tensiones han escalado notablemente con la detención de más de un centenar de personas y el reporte de al menos diez agentes de seguridad heridos, como resultado de protestas que se ha extendido por segundo día en diversas ciudades, Tiflis entre ellas. Las manifestaciones, originadas como expresión de descontento contra el gobierno dirigido por Irakli Kobajidze, han evidenciado un creciente malestar en la población.
El Ministerio del Interior ha informado que 107 individuos han sido arrestados conforme a los artículos 166 y 173 del Código de Infracciones Administrativas, por no acatar las órdenes policiales y por cometer actos de vandalismo menor. Este organismo también comunicó que diez de sus empleados han sufrido lesiones debido a la violencia protagonizada por algunos manifestantes, con uno de los agentes precisando atención médica por quemaduras.
Los disturbios se han caracterizado por enfrentamientos tanto verbales como físicos en las inmediaciones del Parlamento, sobrepasando los límites legales para reuniones y manifestaciones públicas. Los protestantes han empleado piedras, elementos pirotécnicos y botellas contra las fuerzas de seguridad, quienes, a su vez, han recurrido a medidas establecidas por la ley para restablecer el orden, incluyendo el uso de cañones de agua en un esfuerzo por dispersar a las multitudes.
El gatillo de estas protestas ha sido la reciente decisión del gobierno de Kobajidze de posponer hasta finales de 2028 las negociaciones de adhesión a la Unión Europea, un movimiento interpretado como un acercamiento hacia Moscú que ya había comenzado meses atrás con la aprobación de una legislación sobre agentes extranjeros similar a una existente en Rusia.
Esta serie de protestas sigue a una jornada inicial que resultó en la detención de cerca de cincuenta personas y múltiples denuncias de violencia policial, incluido el maltrato a periodistas. Hasta el momento, las manifestaciones de la última noche han transcurrido con relativamente menos incidentes, aunque la tensión entre los manifestantes y las autoridades continúa palpable.
La ciudadanía georgiana muestra así su firme rechazo hacia una administración percibida como alejada de los valores europeos y cercana a las políticas de Moscú, en un clima de creciente inestabilidad que refleja las profundas divisiones dentro del país.