Didier Reynders, excomisario europeo de Justicia, enfrenta serias acusaciones de blanqueo de capitales, según un informe del periódico belga Le Soir. Se le imputan ingresos sospechosos que suman cientos de miles de euros a lo largo de diez años, provenientes de boletos de lotería comprados en una gasolinera cercana a su residencia en Uccle, Bruselas. Aunque la fiscalía no ha confirmado oficialmente la noticia, el caso ha sido objeto de investigación, inicialmente impulsada por la denuncia de la Lotería Nacional belga y la Unidad de Procesamiento de Información Financiera.
Reynders, quien se destacó por su papel mediador entre el Partido Popular y el PSOE en la renovación del Consejo General del Poder Judicial, ha sido una figura relevante en la política belga durante años. Desde su ascenso como ministro de Finanzas y luego de Exteriores, su carrera fue marcada por importantes responsabilidades. Sin embargo, ya había sido objeto de sospechas previas, incluida una acusación de sobornos en 2019 relacionada con la construcción de una embajada en Kinsasa.
Este escándalo llega en un momento en que Reynders buscaba reubicarse en el panorama político tras su paso por la Comisión Europea. A pesar de sus intentos de asumir nuevos roles, su futuro en la política se ve ahora ensombrecido por estas imputaciones, que podrían afectar tanto su reputación como su carrera. La situación refleja un dilema común en la política contemporánea: la lucha entre el poder y la integridad personal.
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